Capítulo 1

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Volver me aterraba hasta los huesos

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Volver me aterraba hasta los huesos.

Desprenderme de Londres, de ese congelador al que llamé hogar por dos años, no fue tarea fácil. Pero las decisiones de mi madre fueron las únicas causantes de que lo hiciera. Ella es el motivo de que me encuentre caminando por las viejas calles de mi vecindario.

Me vi forzada a volver al único lugar que llamaba hogar. Pero tras dos años todo se siente ajeno y distante.

Mi cabeza últimamente se ha vuelto un nudo de pensamientos turbados y el sol abrasador de las tres de la tarde no parece mejorar el asunto para nada.

Tras estar aquí cinco días encerrada en mi vieja habitación y lamentándome de la pésima vida que parece tocarme, mi padre logró encontrar una excusa perfecta para hacerme salir del foso depresivo. Aquí yace el mejor café de vainilla y canela, y el saberlo ha sido el único impulso que me ha llevado a mover mis pies por mi antiguo vecindario.

En el minuto en que ingreso al lugar, el aire acondicionado se encarga de recibirme con los brazos abiertos y es algo que definitivamente agradezco. Por unos segundos me siento como una niña pequeña con su par de rizos al viento y su rostro cubierto de helado.

Algo de la nostalgia del momento entibia la superficie de mi alma y comienzo a creer que haber salido de la cama no ha sido una mala idea después de todo.

Mis pies se acercan al mostrador y comienzo a indagar en las opciones sobre la pizarra. Sonrío ampliamente cuando noto que aún sigue aquí. Aún puedo beber el café más simple y delicioso de la historia.

Busco en los bolsillos de mi par de jeans el dinero que me ha dado mi padre para arribar a una chica de cabello rubio y ojos grandes que parece estar clavada en su móvil. Luce un par de años más joven que cualquier adolescente que podría ver en este sitio. Me pregunto si es legal que la chica que graba el nombre Ellie en un cartel en su camiseta, trabaje aquí.

—Hola —llamo la atención de la chica—. Quisiera pedir un café helado, de tamaño mediano de vainilla y canela para llevar —Ellie, quien supongo que así se llama, no tarda en sonreír y comenzar a teclear en su pantalla.

—Son tres dólares con cinco. Mi compañero preparará el café en un segundo ¿cuál es tu nombre? Para recibir la orden.

—Arley —pronuncio mientras le entrego el dinero.

— ¡Neville, hay una orden para ti!

No es necesario que pasen más de dos segundos para que mi mundo se paralice. Mi cuerpo se congela al escuchar su nombre y más aún cuando emerge detrás de una puerta blanca.

Inestable. Casi como si estuviera pisando una fina capa de tierra que jura desmoronarse en cualquier momento, me quedo observándole como una idiota. Y de una manera que no puedo comprender, como si la vida me dijera que no todo está tan quebrado como creía, frente a mis ojos me encuentro con la persona que consideré mi amigo toda mi vida.

Change This HeartDonde viven las historias. Descúbrelo ahora