Capitulo cinco Retraso.

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Sin mucho que agregar y con prisas pero con mucho cariño... capítulo nuevo. Prometo que cuando actualice etiquetaré a un par de lectoras a las cuales las identifico muy bien pero no quiera etiquetar mal, gracias a todas las que han comentado y votado, me divierto mucho leyendo sus comentarios y me motivan a continuar. 

Las frías mañanas del invierno no dejaron que los jóvenes avanzaran como lo tenían previsto, Shaw no durmió tanto como hubiera querido pues en cuanto su joven esposa se levantó; echó de menos su calor. Entre las cosas que Coira podía hacer para evitar estar con él en aquel lugar fue preguntar si podía hacerse de lo necesario para lavar sus pertenencias, y sí necesitaban manos extras, esto le benefició y alegró a los posaderos que habían recibido otros visitantes.

Shaw fue atendido mientras su esposa ayudaba para la cena, no hizo más que caminar como animal herido e intentar cazar algo a su paso, no estaba de más, pero quería estar con ella, que la joven descansara; Balthair mismo debía hacerlo sin embargo no pudo, si descansaba de día... en la noche le costaría más trabajo no desviar sus pensamientos a la mujer que estaría en su cama, durmiendo a su lado.

Para la hora de la cena Coira estaba exhausta, Shaw Balthair McKenzie estaba un poco molesto pero cualquier cosa que tuviera que decir lo haría después de la cena, su cuerpo estaba agotado, la piel de su rostro quemada por el golpe del aire gélido debido al clima. De todas las cosas que pensó y le atormentaron aquel día, hubo algo que lo cautivo..., Coira sonreía en una media sonrisa amable para una de las jóvenes hijas del posadero con la cual había empatizado. Fue breve, no obstante; no fue el único que le vio sonreír, Coira que era tan bonita, logró llamar la atención de unos huéspedes.

Mientras procuraba reunir toda la paciencia de la que era capaz, Shaw había esperado a verla aparecer a la hora de la cena como indicó el posadero, ya que para esa hora dispondría de un descanso y terminaría su turno después de fregar los platos. No había necesidad de que lo hiciera... "sí lo había" no le habría consultado si le autorizaba para hacerlo y entonces cayó en cuenta que necesitaba poner reglas para su esposa. Cuando solicitó verla le enviaron un plato de comida y el recado de que la joven no podía verlo hasta el descanso (a la hora de la cena).

— Señorita, puede darme más leche caliente –un hombre moreno de unos cuarenta años aproximadamente y con porte de que le gustaba meterse en problemas le había mirado con una sonrisa socarrona y jactanciosa-, si es tan amable, como yo deseo serlo con usted.

Coira se ruborizó, bajo la mirada cuando apenas hubo mirado al hombre que le había dirigido la palabra cuando paso cerca de él con una bandeja en la mano, bandeja con la que se destinaba a su esposo, asintió nerviosa tratando de ignorar el tono del hombre, continuó y caminó para dejar la leche que era para su esposo. Estaba dispuesta a servir al caballero y entonces sentarse al lado de su esposo.

Balthair se levantó antes de que Coira llegara a la mesa, el huésped no le había quitado la mirada de encima nomás verla, era la primera vez que veía a la chica en todo el día; le impresionó su belleza y no se molestó en ocultarlo. El hombre notó la actitud de Shaw lo mismo que el posadero.

— No atenderás a ese hombre –Coira miró a su esposo; en los ojos de la chica había temor, tanto de haberlo molestado y ofendido como de que se iniciara una pelea y lo que pudiera ocurrir en consecuencia, pues adivinó su molestia al escuchar su tono de voz.

De manera casi imperceptible asintió sumisa y obediente a Shaw que portaba una daga como única defensa, no llevaba arco y flecha, tampoco espada, no las necesitaba; adivinaba en sus ojos que estaba dispuesto a matar a aquel hombre si volvía dirigirle la palabra.

— Caballero inmediatamente le atenderá alguna de mis hijas ya que la joven está en su hora de descanso.

— No me lo parece, puesto que ha dejado una bandeja para aquel ocupante.

Un McKenzie EnamoradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora