Capítulo 11 Acontecimientos parte 2

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Hola, ya sé que estoy tardando pero olviden la demora aquí está un nuevo capítulo. Espero lo disfruten.

Shaw vigilaba cada paso de su delicada esposa, había visto con recelo el movimiento de los árboles mecidos por el viento pues aún había ramas desgarradas o quebradas entre sus copas que podían caer en cualquier momento y aquel presagio no demoró en hacerse una realidad cuando vio como una rama caía justo encima de su esposa haciéndola trastabillar y caer emitiendo un gemido de dolor que no llegó a sus oídos pero que le basto el haberlo visto con sus propios ojos, provocando aquella reacción inmediata de acudir a su auxilio.

En un abrir y cerrar de ojos estuvo ahí, Emma socorría a la joven que sangraba a causa de las heridas provocadas por aquella rama inoportuna.

— ¡¿Coira, te encuentras bien -preguntó en un grito ofuscado!

Inmediatamente la joven giró su cuerpo buscando sus ojos y responder, pero el dolor la hizo gemir ahogando cualquier intento de respuesta.

— Lo está Sr. Shaw -se apresuró a decir la mujer para calmarlo al ver en sus ojos la angustia-, solo esta impresionada.

Shaw le dedicó una mirada asesina obligándola a callar puesto que Coira lloraba, no tanto por el dolor sino por el temor que sentía de lo que pudiera reclamarle él, lástima que Shaw Balthair no lo advirtiera. En ese momento llegaban los Urquhart en la carreta de Lilibeth.

— ¿Se encuentra bien -indago Igor tan preocupado que olvido su temperamento tímido y distante?

— No lo está, ¡Acaso no ves que está sangrando!

A Ryan no le pareció que fuera amigable aquella forma de dirigirse a su hermano, pero comprendió la angustia del joven. Mientras tanto su hermano que tenía conocimiento de hierbas curativas y de aliviar huesos rotos o magulladuras se aproximó ignorando al histérico esposo.

— Si es posible subirla cuanto antes a la carreta sería mejor -intervino Lilibeth quien había sentido admiración por la actitud de McKenzie, le encantaba sentir ese aire fiero en los hombres y se lo parecía fiero, peligroso y muy varonil-, lo cierto es que comenzara a llover y aquí no es el mejor lugar para atenderla.

— Concuerdo -secundó Ryan.

Shaw no se detuvo a pensarlo siquiera, puesto que temía por la salud de su esposa si llegare a helarse y asintió. Intentó rodearla para levantarla, pero Igor ya se le había adelantado.

— Con su permiso señora -dicho esto el hombretón la levanto cual ligera pluma y cuidando de no tocar la espalda, estaba seguro de que no había huesos rotos, pero sí un punzante dolor donde hubiera golpeado y lacerado la piel aquella rama.

Shaw contuvo un gruñido. Lo vio depositar a su esposa en el carruaje y esta recargar en uno de los bultos que llevaba consigo la muchacha que, aunque no le habían presentado formalmente adivino era la nieta de los Ross, la tan mencionada Lilibeth.

— ¡Sube! -lo invitó después de ver que su abuela se acomodaba junto ella. Ya se apresuraba caminando Igor mientras que Ryan iba por su carreta.

Igor llevaba en su sporran pequeñas cantidades de material curativo siempre previniendo algún accidente en el camino, el trabajo y hasta incluso por algún ataque fuera en el menor de los casos de un animal. Le preocupaba más la actitud temblorosa de la mujer que las heridas que pudiera tener, había observado la rama y la probable altura de la misma en la que se encontraba antes de caer. No le daba la impresión, pero... la sola idea de que Shaw fuera un imbécil que maltratara a su mujer paso por su mente pues a las claras la muchacha le temía.

Por su parte Shaw miraba con severidad a su esposa que sollozaba incapaz de mirarlo. — No debiste salir Coira, no quiero que nada le suceda a nuestro hijo.

Un McKenzie EnamoradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora