XIMENA STEWART
Observo mi alrededor en el momento que debo regresar a mi casa, las clases son agotadoras, pero aún más cuando no tienes con nadie con quien hablar.
Tomo fuertemente mi celular entre mis manos y comienzo a caminar, las voces de los estudiantes detrás de mí desconcentran mis pensamientos.
Un toque en mi brazo me hace girar la cabeza, pero al mismo tiempo, bajarla para poder observar a una rubia, en compañía con una castaña.
— Te dije que me esperarás en la salida —ahí recuerdo sus palabras cuando nos despedimos en receso, soy bastante olvidadiza, más porque en ese momento iba a hacer una llamada con la chismosa de mi madre. Laia observa a su acompañante, que sin duda alguna es alta, no tanto como yo, pero lo es. La castaña trata de evitar conectar nuestras miradas a lo que me llega a unos pensamientos: me odia, no le gusta las personas desconocidas o mi cara de «aquí voy con mi cara de culo para que piensen que soy una chica mala y no me molesten». Una de esas debe de ser.
— Me olvidé, lo siento —ella asiente, se coloca en el medio de nosotras dos, y, sin embargo, parecemos un subí y baja. Más adelante está una mujer de cabello mitad negro y mitad verde ondulado hasta los hombros, con unos lentes de sol y su estatura común.
Tiene sus manos adueñadas de anillos falsos, mientras que su vestido negro combina con sus tacones. Mi madre. Sabía que no se iba a esperar.
— Hola, madre —me detuve a su lado, por su parte analiza a las chicas de pies a cabeza, antes de sonreírles.
— Holi —le extiende la mano a ambas, presentándose a su vez y entrando tema. Mientras que, la castaña sigue evitando mi mirada.
Uy, a alguien no le caes bien.
¿Y yo que hice?
Existir.
Ah, sí cierto.
Laia y mi madre se adelantan hablando, ella tiene un aura para llevarse bien con cualquier persona, incluso bromean en el camino.
— Mi nombre es Ximena, ¿El tuyo, castaña?
Ella, finalmente, conecta su mirada con la mía y traga fuertemente, la verdad es que esa chica es intrigante.
— Lara.
— Bonito nombre —ella gira su rostro, pude llegar a ver un destello de sonrojo, awww que tierna. En unas cuantas esquinas me doy cuenta de que está por girar, por lo tanto, sostengo suavemente su mano, a la vez, siento como tiembla—, ¿Podemos irnos las tres todos los días?
— No sé —y suavemente se suelta de mi agarre, antes de doblar en la cuadra a paso apresurado después de ver una mujer hacerle señas.
Laia se detiene por igual y se despide de mi madre, luego alza su cabeza para observarme y sonríe.
— Nos vemos mañana, Ximena —iba a repetir la misma pregunta que le había hecho a la castaña, pero, sin embargo, noto como me pasa un papel—. Es mi número, escríbeme y hablamos.
Luego, va en la misma dirección que tomó la castaña, pero a su vez va sin apuro.
Escucho un carraspeo a mi lado, mi madre coloca su brazo en mi hombro y me hace caminar, su perfume impacta contra mis fosas nasales, logrando que haga una leve mueca. Es demasiado fuerte.
— Ahora sí, ¿Me dirás? —la observo de reojo, logrando que ría levemente— Lo siento, pero no puedo esperar.
Y la verdad es que no se aguantó, estuvo todo el camino pidiendo que le contara, pero al llegar a casa no tuve más remedio que comenzar a hablar.
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Imprevisto amor ©
RomanceVivir en un lugar donde sólo tienes permitido ser hetero, donde a las personas homosexuales la tratan como si fueran ratas de laboratorio o quizás peor. Es una pesadilla vivir así, quizás nunca debí enamorarme de ella, nunca debí hacerlo. Pero es ta...