LAIA M
He sentido cada golpe que da la vida en estos últimos tres meses, quizás algunos pueden decir que pude rendirme y no arriesgarme en esto, pero la pura verdad es que no me arrepentí, tenía expectativas a vivir, quería cumplir cada sueño y no irme sin triunfar.
En la gran mayoría del tiempo tenía ataques que me dejaban por milisegundos sin respiración y que me hacía nublar la mente en cuestión de segundos.
— Laia, mi pequeña guerrera —indicó mi amigo recibiéndome con los brazos abiertos, y corrí, con las fuerzas que obtuve pude hacerlo, me sentía viva aunque había veces que sentía que me destruía por dentro.
— Me hiciste mucha falta, Zadi —mis lágrimas salieron al compás de las de él, con mucha valentía sentía cuando le pedí irnos ya finalmente del lugar. Del lugar que espero no regresar.
En el asiento de su vehículo charlamos durante un largo rato a lo que él, me explicaba todo lo que sucedía en Alemania, desde la escuela hasta su hogar; no eran cosas negativas, al contrario, pero sin embargo todo esto me tiene con nervios, es mucha tranquilidad.
— ¿Qué quieres hacer? —sabía muy bien mis intenciones, no tenía que ver nada con estudios porque esos dichosos exámenes finales fueron enviados a mi correo lo cual fueron corregidos con éxito, y mi estadía en Alemania no será muy duradera luego de esto, porque yo tengo algo planeado desde hace un tiempo.
— Quiero ir a PhennyCity —continuó conduciendo, prestando atención a lo que decía, él pensaba que me iba a volver a ir cómo aquellos tiempos—. Pero estaremos en comunicación, ¿O quieres venir conmigo?
Él negó: — Debo hacer muchas cosas aquí en Alemania, durante todo este tiempo Laia, no puedo salir del país.
Y me entristece escuchar aquello, él de reojo me observó y extendió su mano hacía las mías tomándolas entre ellas.
— Zadi...
— Trata de pasarlo de lo mejor en PhennyCity, por nada en el mundo te dejes pisotear y recuerda que si en algún momento estás mal y necesitas ayuda aquí estaré yo para escucharte —mi mirada viajó hacía la de él aún más, sabía muy bien que podía contar con Zadi en todo momento, en cada ocasión.
— Gracias, Zadi —mencioné luego de un rato cuando ya él estaba estacionado frente a mi casa—. Te quiero bastante, nunca lo olvides —me acerqué a besar su mejilla antes de bajar del auto y sentir aún más la brisa fresca del día, sentir de nuevo el sol traspasar tu piel, el calor incrementar y todos tus sentidos alocarse, aunque muchos no quieran sentir esto, pero yo sí. Yo me sentía en cautiverio, no veía los rayos del sol y sólo sabía cuándo era de día o de noche por las comidas pautadas para brindarme.
Hay una señora corriendo hacía mi para verificar mi temperatura, no sé cuántas veces me ha subido la fiebre en lo que va del día y según yo eso es sumamente peligroso, cuando preguntaba con la voz sumamente débil lo único que me respondían es que nada malo iba a pasar y que me tranquilizara.
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Imprevisto amor ©
RomanceVivir en un lugar donde sólo tienes permitido ser hetero, donde a las personas homosexuales la tratan como si fueran ratas de laboratorio o quizás peor. Es una pesadilla vivir así, quizás nunca debí enamorarme de ella, nunca debí hacerlo. Pero es ta...