LAUREN: mi niña, mi luz.
Quizás cada momento que arreglo las maletas se sienten una tortura, extraño a mi hija, tanto que me duele no saber de ella.
Pero al recibir aquella llamada me di cuenta de varias cosas.
Una: me necesitaba.
Dos: era la última oportunidad que tenía para verla.
En todo el trayecto de las cosas que realicé mis lágrimas rodaban por mi mejillas, sin parar, incluso las llamadas que realizaba mi esposo eran ignoradas. Y duele, porque a él también le hace daño no saber ni de su hija ni de su esposa.
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— Buenas noches, usted debe de ser Lauren, madre de Laia —asentí, el hombre me sonrió—. Un placer verla, puede pasar, está ahora en el proceso. Usted al ser la madre puede ver.
Y mi ceño se frunció, hubo otra persona que me guía hasta un lugar donde me dejaba ahí, junto a otros doctores que veían unas máquinas y monitoreaban todo.
Dejé de prestarles atención cuando el grito en una de esas cabinas se escuchaba muy fuerte, y por el cristal pude darme cuenta de que la persona que gritaba era mi hija.
Una Doctora me sostuvo, y tal vez sea poco ético, pero los gritos de Laia me dan deseos de sacarla de ahí y decirle que no luche —una estúpida decisión de mi parte—, pero recuerdo que ella decide cuando parar.
Las sesiones culminaron en esa cabina y quise correr a buscar a mi pequeña, pero la voz de la doctora me detuvo, ellos se encargarían, mientras que a mí me llevaron a una habitación a esperarla.
La Doctora entró sin Laia y me preocupé aún más.
— Lauren, es ist schön, dich hier zu haben —«Lauren, es un gusto tenerte por aquí»— Aber es ist auch schade, dass du nicht lange bleiben kannst —«pero también es una lástima que no puedas quedarte por mucho tiempo».
— Herr Doktor, wie läuft der Prozess? —«Doctora, ¿Cómo va el proceso?».
— Der Prozess der Patientin Laia läuft hervorragend, es besteht kein Grund zur Sorge —«el proceso de la paciente Laia va muy bien, no te preocupes».
— Wie lange würde es dauern, bis es fertig ist? —«¿Cuánto tardaría en terminar?».
— Das kann ich dir nicht mit Sicherheit sagen, aber komm schon, komm näher, ich kann dir ein Geheimnis verraten —«No te lo puedo decir con seguridad, pero vamos, acércate, te puedo contar un secreto».
Ella en mis oídos dijo una posible respuesta a lo que yo, asombrada y asustada a la misma vez la observé, no pude indagar más con la doctora porque otra mujer entró con Laia en una silla de ruedas. Me levanté de mi lugar y a pasos apresurados fui a donde ella estaba; su rostro pálido, sus ojos se ven muy cansados y no se puede obviar que la ropa que lleva puesta del lugar está toda sucia.
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Imprevisto amor ©
RomanceVivir en un lugar donde sólo tienes permitido ser hetero, donde a las personas homosexuales la tratan como si fueran ratas de laboratorio o quizás peor. Es una pesadilla vivir así, quizás nunca debí enamorarme de ella, nunca debí hacerlo. Pero es ta...