CAPITULO 27: LARA

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LARA K

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LARA K

Saldar cuentas con los mismísimos demonios en persona no es sencillo y resulta muy tedioso, su rostro no deja de impacientarme cada vez que su aire choca con el mío. Me siento agobiada, no creo aguantar mucho en este lugar, puesto que, él me intimida y me produce pánico por todo mi ser.

Mi madre me ha traído a casa de los Martins, según ella, todo lo que saldrá de aquí será algo bueno, ahora lo estoy poniendo en dudas.

— Lara Kayser, —el señor me extendió la mano, mi semblante no dejaba de mostrar pánico hacía él— ¿No me saludarás?

— Manuel... —El hombre observó a mi madre y bajó la mano bufando, nos pidió que tomáramos asientos y a este punto yo estaba al borde de llorar. No quería estar aquí, me daba miedo, terror, angustia—, las cuentas por saldar.

— Ya están siendo saldadas, mi querida Arlenne, no sé a qué te refieres.

No entendía a qué cuentas ahora se referían, simplemente dejé que mi mente no se fuera lejos pensando y prestara suma atención, ya que, sí algo sucedía podía ser la primera en huir.

— Escucha Manuel, las cuentas la saldaremos hoy —y la voz de mi madre hizo eco en mi cabeza, ¿Hará que me maten? Me negué rotundamente, no creo que ella me quiera matar, aunque pensándolo mejor, en parte sí creo que suceda—. Tú hija ha ido muy lejos, ha herido a...

— Mi hija no ha hecho nada, se la ha pasado encerrada en su habitación todo el tiempo.

— Anoche... —temblé visiblemente cuando su mirada chocó con la mía, me sentí patética de que no me pudiera controlar ni unos segundos y que no dejara de tartamudear— su hija entró a la casa de mi novia y la hirió.

Recibí la mirada más aterradora que se puede apreciar en su rostro, no quise observar a mi madre porque sentía que ella estaría peor, sólo agaché la cabeza esperando que la conversación siguiera.

Mi cuerpo se erizó completamente cuando sentí una mano fuerte en mi hombro, no lo escuché levantarse, pero ahí detrás de mi estaba, apretando ligeramente dicha zona.

— Tú madre dijo que nos alejáramos de ti y de tu tía, nunca nos dijo que debíamos de hacerlo de tu apreciada novia —su aliento chocó con mi oreja y quise huir nuevamente—. Sólo levanta la cabeza y di a mi cara que dejemos a tu novia.

Y lo intenté, sólo tartamudeé las palabras logrando que una carcajada saliera de lo más profundo de su ser, se asomó a la puerta aun riendo y llamó a alguien, ya en este punto creía que mi madre me estaba vendiendo al enemigo.

Manuel volvió a posicionarse frente a mí, pero esta vez demasiado cerca.

— Aléjate Manuel, a mí no me tiembla el pulso para volarte los sesos en estos momentos —escuché cómo retiraban el seguro de una pistola y ahí sabía que esto no terminaría en nada bueno, nunca termina en nada bueno saldar cuentas con el enemigo.

Imprevisto amor ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora