CAPITULO 14: LARA

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LARA KAYSER

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LARA KAYSER

Mi palidez es notoria, bastante, desde que puse un pie en mi casa se sentía extraña, pero ahora, con la vista fija en mi habitación me dan ganas de soltar las maletas y emprender la huida. No es mi imaginación, está ahí.

Me imaginé que pronto volvería, pero no me esperaba que tan rápido.

— ¿No vendrás a saludar a mamá, hijita? —no, no, no, no... trágame tierra, por favor. Mis pasos retroceden atemorizados al ver lo que se halla en sus manos, quiero correr, pero sería muy notorio. Pero no estoy en planes de hacerla enfadar.

— Mamá —lo único que salió entendible, un nudo se formaba en mi garganta que trataba a cada rato de tragarlo, pero era imposible.

— Hijita, estas pálida, ¿Te encuentras bien? —ella da un paso hacia delante y yo doy cuatro hacía atrás. Tengo miedo, bastante— ¿Le tienes miedo a mamá?

Mis lágrimas que retenía bajan en cascadas, su mano derecha se aprieta alrededor del cuchillo que se halla en su mano.

Maldita sea, solté las maletas y comencé a correr escaleras abajo, esto puede hacerla enojar bastante, pondría mi vida en riesgo, muchísimo, pero esto es algo de tratar de sobrevivir.

Sus gritos atrás son notorios, y el grito de mi abuela más que no me fijé y sin querer la pisé, agitada veo a Laia que trata de subir al carro de su madre.

— ¡Laia! —mi grito fue desgarrador, no paré de correr, lo que la alertó a ella y a su madre. Lauren se fijó en la mujer que venía casi para arriba de mi con el cuchillo y sacó algo de su chaqueta, haciendo que haga electrochoques con el cuerpo de mi madre y caiga.

— ¿Estás bien? —la voz de Laia hizo presencia en el ambiente, mientras masajeaba mi rostro, no me contuve, me desaté a llorar sin pensar en los vecinos que pasaban.

☘️☘️☘️

— Llamé para que se la llevarán, otra vez —dijo mi abuela mientras removía la cuchara en la taza de café, observó a Lauren y le tendió la taza.

— Gracias —mencionó Lauren, sonriéndole con su simpatía de siempre, toma un sorbo y cruza sus piernas.

— Pero antes de avanzar en la conversación —me observa—. ¿Qué le pasó a esta mujer?

Mi madre está sentada, como si hace un rato no le han dado un electrochoque que la dejó inconsciente durante varios minutos, está con un álbum en mano, sonriendo a veces.

— Hija mira, aquí sales con tu papá muerto —enseñó la foto, estaba mi padre sonriéndome mientras yo estaba hecha un desastre tratando de prepararle un "bizcocho sorpresa"—. Y en esta sales con Trina, ¿Dónde se metió la chiquilla?

— ¿Tienes hambre, Arlenne? —su madre le habló entre dientes, ella negó y siguió parloteando, y enseñando fotos de Trina y yo.

— Aquí sale Trina en una foto de nosotros cuatro antes de aquel día morir.

Imprevisto amor ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora