LAIA MÜLLER
Camino a casa después de una larga jornada escolar, siento como si quinientos elefantes estuvieran dentro de mi cabeza, martilleándola, con intenciones de matarme del dolor.
Los rayos de sol tampoco ayudan a mi jaqueca, agacho levemente la cabeza sin fijarme bien en el camino. Cuando estaba en medio de la calle escucho el sonido de un auto aproximándose, no jodas, ¿Tan rápido voy a morir?
Cierro los ojos, esperando el merecido golpe, pero, sin embargo, siento como me halan hasta una parte segura. Mi cabello queda enmarañado por la acción, mi corazón se acelera y creo que este es uno de los primeros momentos donde me vi casi en el más allá.
Me fijo en la figura imponente a mi lado, su rostro está inexpresivo obviando su ceja arqueada, mientras sus brazos están cruzados, y, la forma de estar parada me indica que es superior a mí. Me refiero en tamaño.
Sus ojos son marrones oscuros, mientras que, su cabello es mitad morado y mitad negro, dándole un contraste hermoso a su rostro inexpresivo. El delineado está bien hecho, y su uniforme de ejercicio del colegio bien colocado, su labial es casi inexistente, aunque da remarque a qué está ahí.
Un piercings en su nariz en forma de toro, uno en su labio inferior y cuando chasquea la lengua para sacarme de mi ensimismamiento me doy cuenta de que tiene uno en ese lugar.
— ¿Tienes pensamientos suicidas?
— ¿Perdón? —«espera, me deleito con tu belleza, chica».
— Al parecer tenías ganas de que el carro te pasara por encima —descruza sus brazos y observa el cielo.
— La verdad es que sí —«mentira, todavía no».
Se fija en mí unos breves segundos, y en su mirada se muestra... ni idea, no sé leer a las personas. Menos a ella que parece que no tiene nada de querer mostrar.
— Es broma, es broma, todavía no me quiero morir —rasco mi nuca y me muevo a ambos lado, la verdad es que ese susto que pasé intensificó mi dolor de cabeza.
— Generación z, check.
Y ríe por lo comentado, me extiende su mano y sonríe. Tiene una bonita sonrisa, al parecer llevar a cualquier lado una cara de culo es para que te tenga miedo y no te roben. Palabras de mi madre, no mías.
— Mi nombre es Ximena, ¿Y el tuyo?
— Laia —sonríe.
— Un gusto hablarte, Laia —comienza a alejarse un poco después de haber mirado por encima de mi cabeza, o sea, todos pueden hacer eso, soy un pitufo andante—. Cuidado con los carros.
🦖🦖🦖
Entro a Instagram, en persona soy bien... ¿Vergonzosa? Pero por chat soy bien loca y extrovertida. Activando doble vida.
Ahí hablo con una chica que conocí, es buena onda y las dos parecemos hermanas. Tenemos tantas cosas parecidas.
Por si se lo pregunta, no, no me hablo a mí misma.
@QuierosalirdeLATAMMagda: Holi, se reporta Magda.
@NecesitoaprenderinglésLaia: Holi, se reporta Laia.
@QuierosalirdeLATAMMagda: ¡Adivina quién saldrá de LATAM!
@NecesitoaprenderinglésLaia: ¡¿Tú?!
@QuierosalirdeLATAMMagda: Nope, mi primito de cinco, la vida es triste.
Lo diré siempre, esta chica que está a través de la pantalla es buena onda, incluso me hace reír. Pasamos charlando un largo momento hasta que mi madre llega a la casa y viene directo a mi habitación.
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Imprevisto amor ©
RomansaVivir en un lugar donde sólo tienes permitido ser hetero, donde a las personas homosexuales la tratan como si fueran ratas de laboratorio o quizás peor. Es una pesadilla vivir así, quizás nunca debí enamorarme de ella, nunca debí hacerlo. Pero es ta...