LARA K.
Al Laia volver al país, sana y salva es algo que me alegró el corazón en sobre manera, así que sin pensarlo hizo que volviera a mi hogar, saliera con ella, riera, la pasara bien y muchas veces dormía a su lado, sin importarme si mi madre volvía y se ponía de loca, me daba pánico en mucho aspecto, pero a la misma vez sentía que mi abuela me iba a proteger, aunque la sorpresa que tuve al volver fue que marchó del país abandonándome.
Saber que mi abuela no me iba a ayudar hizo que el golpe duro de la realidad me demostrara que sola siempre iba a estar, siempre he estado la mayor parte del tiempo así. Tratando de que mi madre no me golpeé, buscando ayuda de forma silenciosa, haciendo de todo pero a la vez nada.
Y ahí me pregunté: ¿Te das cuenta de que sin tú madre cerca no eres nadie?
«Ella se empeña en hacer que lleguen más personas, pero tú estando sola no eres nadie. La familia paterna no te hace caso, mucho menos la materna.»
Eran palabras que calaban mis huesos y mi mente una y otra vez, mi abuela me abandonó, esto no puede ser cierto. ¿Por qué me abandona si ella sabe que la amo? ¿Por qué me abandonó si ella sabe que volvería? ¡¿Por qué?!
Pasaba mis manos por mi cabellera una y otra vez sin saber que hacer ahora con esta casa, ella podía volver en cualquier momento y me haría daño, y Laia y yo volvimos a las andanzas de dormir juntas entonces íbamos a salir heridas ambas.
Tomé el celular entre mis manos y respiré hondo, tecleando el número de mi abuela para poder llamarle. Dos timbres fueron los necesarios para escuchar cómo cuelga la llamada, lo intenté varias veces y sucedía lo mismo.
Me abandonó. Las lágrimas corren por mis mejillas y el corazón me da un giro violento, ella no pudo haber hecho eso, yo la amo, es la otra persona de esta familia materna que amo tanto como para que ahora me abandone de la nada.
Y pensé en mi tía Anastasia, tecleando su número agitada y paranoica la llamé, ella no me habló, sólo la escuchaba reír, pero la conversación no llegó a más.
Ahí me di cuenta de que yo estoy sin mi familia, duele bastante que ahora mi familia no quiera saber de mí.
— Mi niña hermosa, ¿Sabes que te amo mucho? —mencionó mi padre trayendo consigo unos girasoles, sonreí de la alegría tan grande que me causó.
— Sí, papi, lo sé —se sentó a mi lado en el banco del parque y me abrazó entregándome los girasoles—. Me alegro de que estés aquí.
— Siempre lo estaré mi niña, pase lo que pase —observé sus ojos, brillaban de la emoción y me alegré también. Siempre estará conmigo—. ¿A dónde quieres ir el día de tu cumpleaños?
A él le emocionaba más mi cumpleaños que el suyo propio, así que preguntarme eso era casi todos los años. Quedé pensativa.
— No sé, sorpréndeme.
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Imprevisto amor ©
RomansaVivir en un lugar donde sólo tienes permitido ser hetero, donde a las personas homosexuales la tratan como si fueran ratas de laboratorio o quizás peor. Es una pesadilla vivir así, quizás nunca debí enamorarme de ella, nunca debí hacerlo. Pero es ta...