LAIA MÜLLER
Eran las ocho de la noche y Lara no se ha despegado de mi cuerpo, ya que, se ha quedado dormida. Acariciaba su cabello como si de porcelana se tratase. Su habitación está organizada, algunos espacios donde deben ir fotografías están en blanco, absolutamente nada.
Su rostro se mantiene contra mi cuello, ella pensó que estaba muerta, al igual que mi familia, es triste escuchar aquello cuando en realidad esa persona en camilla está bien. Bueno, no bien bien, pero sí está ¿bien? Okay, no soy buena explicando.
A lo que quiero llegar es... yo sólo no me imagino cómo sería si de verdad yo hubiera muerto sin cumplir ningún sueño, sólo hubiera estado en el mundo gastando oxígeno. Oh, bueno, es lo que hago ahora.
No sirvo para un culo como para decir que saltaré de un avión con paracaídas, terminaría muriendo por hacer aquello, pero cada cosa a su tiempo.
Afuera ha comenzado a llover, mi corazón ha empezado a latir como loco al escuchar el celular de Lara sonar y el nombre presentado en pantalla. Me da miedo su reacción cuando lea la persona, pero no puedo dejar que suene y suene.
— Hey, Schmetterling —lentamente la zarandeo, logrando tener una respuesta baja de su parte, hasta que ella no abrió sus ojos por completo no me detuve—. Te están llamando, sería mejor que contestes.
Su rostro palidece al ver el nombre en pantalla, pero, sin embargo, decide aceptarla e ir al balcón. De regreso vuelve a su posición anterior.
— ¿Estás bien, Lara?
— ¿Estás bien, Laia?
Su rostro me observa impaciente, mientras que yo, la observo confundida. Está pálida, como si en aquella llamada le dijeron algo grave.
— Pregunté primero.
— Estoy bien —observa la pared, mordisqueando su labio donde habita el arito.
No me deja indagar mucho en el tema, es como si creó un campo de sobreprotección, ante todo. La abracé con todas mis fuerzas y besé su coronilla, me mantuve callada en todo momento.
🦖🦖🦖
Estos días he faltado al colegio, o bueno, no han dado docencia, están alistándose para el gran viaje escolar qué hay en unos días. Que, sin dudarlo, iré —debería cuidar mejor mi salud y quedarme en casa, sin estar fuera una semana—, pero quiero respirar un aire fresco.
Me encuentro en casa, con Ximena a mi lado, su mano acaricia mi cabello mientras de vez en cuando deposita besos en mi coronilla. Enterarse de que casi me muero, que su madre está embarazada y ella no sabe de quién es la tienen agobiada, sin embargo, dice que no me contará tantas cosas porque mi salud mental y física debe estar bien.
— ¿Sabes que puedes desahogarte? —ella simplemente observó por la ventana sin mencionar una palabra.
Su silencio me bastó, ella quería esto, un lugar sin tener que decir palabras algunas y lo entiendo, varias veces he querido sólo mantenerme callada y sentir que estoy segura.
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Imprevisto amor ©
RomanceVivir en un lugar donde sólo tienes permitido ser hetero, donde a las personas homosexuales la tratan como si fueran ratas de laboratorio o quizás peor. Es una pesadilla vivir así, quizás nunca debí enamorarme de ella, nunca debí hacerlo. Pero es ta...