IX

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Lisa estaba recostada sobre una cama bastante dura y pequeña, el sonido de algunos trastes la había despertado, entre una visión borrosa sus ojos solo divisaban un techo húmedo, una silla de madera a un costado con un poco trapo blanco y húmedo, observó hacia la ventana que estaba a su lado y apreció únicamente el cielo oscuro y nublado. Luego sus fosas nasales se invadieron por un delicioso aroma.

Cuando se postró vio entonces a la meretriz, la chica parecía remover algo de un pequeño caldero que tenía, notó una mesa pequeña de madera y encima algo de leche.

Los maullidos de un gato llamaron su atención, un minino arañaba la cama mirando fijamente a la rubia, ella estiró sus dedos incitando a que el gato subiera, lo hizo entonces, restregándose en sus manos y ronroneando fuertemente.

Lisa apenas si se removió en la cama, pero esta rechinó enseguida alertando a la surcoreana que estaba en la cocina.

─ ¿Despertaste? ─ le cuestionó con una sonrisa ladina.

─ Lo estoy ─ afirmó la rubia intentando sentarse en la cama, volvió su vista a aquel miserable departamento, hasta que sus ojos se detuvieron en algo que parecía ropa interior recién lavada.

Jennie se alertó enseguida y corrió hacia aquel pequeño tendedero para quitar la ropa que estaba secándose ─ Lamento el desorden, espero que no te sientas incómoda ─ dijo nerviosa.

Lisa sonrió internamente al notar el enrojecimiento en el rostro de la chica. ─ ¿Me desmayé cierto? ─ preguntó al sentir un leve mareo.

─ Sí, lo hiciste otra vez ─ dijo Jennie escondiendo aquella lencería, luego sus ojos se fueron hacia su gato que estaba sobre su cama removiendo las sábanas para sacar el relleno del colchón que estaba roto en una esquina. Lisa notó el cambio en su mirada y quiso voltear hacia donde viajaron sus ojos, pero Jennie corrió enseguida para quitar a su gato y colocar su almohada encima de aquel agujero.

Lisa se extrañó por su "comportamiento raro" pero aquello de alguna manera le estaba divirtiendo. ─ ¿Cuánto tiempo estuve inconsciente? ─ preguntó para no incomodar a la mujer, y caminó hacia la pequeña mesa de madera.

Jennie terminó de "medio tender su cama" ─ Al menos un par de horas... ─ murmuró. Mientras tanto Lisa posó sus ojos en una botella de licor casi medio vacía, luego divisó un cesto de basura en el que había otra botella y más basura, la madera de su departamento astillada y unas tablas casi levantadas, una hilera pequeña que goteaba, un par de cubetas que contenían algunas goteras que tenía el techo, una pequeña estufa de petróleo y a lado un caldero con algo hirviendo. ─ ¿Estas cocinando algo? ─ preguntó Lisa.

Jennie volteó hacia ella y se sorprendió cuando la encontró viendo una especie de tina blanca en el piso que luego intentó colocarla debajo de una gotera. La meretriz abrió los ojos como platos, su corazón quiso brincar para que la rubia no tocara su bacinica─ No, ¿qué haces? ─ preguntó asustada casi pateando la bacinica detrás de ella.
─ Lo lamento, yo vi una gotera y vi esa cubeta, pensé que...

Jennie estaba casi morada de la vergüenza, y a la vez extrañada de que la rubia no conociera las bacinicas para "pobres" que parecían baldes, se preguntó entonces cómo eran los baños de los ricos.

─ No descuida, no importa─ avisó precipitada, luego fue hacia el caldero y tomó un cucharon para servirlo en un plato hondo, pero al ver que éste estaba medio roto, decidió tomar otro. ─ toma asiento, te daré un poco de comida ─ le ordenó.

Lisa vio entonces una silla de madera y del otro lado una pila de ladrillos con un cojín gastado en la parte superior. Jennie se volteó para servir un plato, en éste había una especie de caldo, que en sí sólo era agua con sal y dentro papas cocidas, que era lo único que le quedaba de comida para el siguiente día, pero no podía dejar a la rubia sin comer.

LA MERETRIZ - JENLISADonde viven las historias. Descúbrelo ahora