XXV

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El cuerpo de Jennie Kim estaba conteniendo una bomba de emociones, desde la alegría de casi poder escapar de todo el infierno que había sido su vida, hasta llegar al otro extremo de ver muerta a su mejor amiga, sin embargo, si aquello no bastaba, es necesario imaginar cómo de pronto reaccionaría ante una inminente amenaza, obviamente el miedo y la locura estaban latentes, pero no tanto como su instinto de supervivencia.

El filo del cuchillo brilló contra la luz de la luna, los ojos de Jennie se iluminaron de pavor, casi podía sentir aquella hoja delgada cortar su cuello, pero, su "instinto" actuó velozmente; tomó en su el cuchillo que Michael le había entregado, y al mismo tiempo que su atacante alzó el arma y en un movimiento veloz ambos se hirieron.

Uno pasó sobre el pecho y parte del cuello haciendo que la sangre salpicara contra el rostro de Jennie, mientras el otro rozó el cuello de la meretriz causándole un leve rasguño que hizo que el "dije" de Lisa se cortara en dos. Así, obtuvo el suficiente tiempo para escapar a donde fuera que sus pies la llevaran para ponerse a salvo, mientras aquel hombre gruñía de dolor llevando su mano al cuello y pecho, tomó un gran pañuelo y cubrió entonces su cara donde solo podían ver sus ojos demoniacos saliendo de aquel callejón, dejando en el suelo el cuchillo que Jennie había sostenido, para que otra persona llegara al instante sujetando el arma.

Entre tanto, desde la angosta coladera Lisa y John pudieron salir sin mucho problema dado hasta el gran canal subterráneo que era la columna vertebral de Londres, donde las ratas, las heces, los desechos de la gente y sobre todo, vagabundos y desahuciados yacían en aquel "túnel".

─ No se detenga, sígame. ─ pidió el niño que conocía perfectamente el lugar.

Lisa estaba anonadada de la pestilencia que había en la coladera, con ganas de auxiliar a toda la gente que había dentro, pero su apuro por estar con Jennie fue incluso mucho mayor.

Hasta que de pronto un silbato alertó a todos. ─ ¡Policía! ─ gritaron.

John miró a Lisa con apuro, toda la gente se levantó y comenzó a correr como las mismas ratas se huían despavoridas para esconderse, mientras la policía entraba a la coladera con sus macanas golpeando gente, principalmente mujeres que estuvieran encapuchadas con la finalidad de dar con la tailandesa.

─ ¡John! ─ gritó a rubia al verse arrastrada por los vagabundos mientras el niño podía escabullirse demasiado bien. ─ ¡John! ─ volvió a gritar.

El niño apenas escuchó el grito de Lisa, volvió entonces hacia la rubia y la tomó de la mano jalándola hacia sí, al volver al camino notaron que la pequeña acera estaba siendo ocupada por algunos policías, con la vista buscó otra salida hasta toparse con otra alcantarilla circular que estaba a su costado. ─ ¡Ahí! ─ señaló el pequeño.

Lisa subió primero, poco importaba la pestilencia del túnel, pero cuando el niño apenas iba a subir, divisó entonces que un oficial los había visto, hizo sonar su silbato y corrió hacia ellos. La tailandesa seguía empeñada en gatear por el lugar, pero se detuvo al instante cuando vio al niño mirarla con miedo desde el exterior ─John ─ murmuró.

El niño miró hacia el hombre uniformado, y para que éste no viera a Lisa, obedeció a su "instinto" proteger. Jonh aprovechó su estatura y de un tirón, empujó al hombre contra el canal de aguas tratadas, algo que ganó la atención de los demás oficiales que hicieron sonar sus silbatos y gritar para luego perseguir al niño que corría a toda velocidad hasta otra dirección en la que no pudieran ver a Lisa.

La rubia continuó entonces gateando, algunas lágrimas se escapaban de sus ojos, "Tanto por ellas", ojalá encontrase a Jennie, tenía que valer la pena todo el caos que se había generado.

LA MERETRIZ - JENLISADonde viven las historias. Descúbrelo ahora