XII

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Jennie titubeó un poco, se extrañó por completo de su figura un tanto desalineada, su mirada un poco ida pero su voz firme y ronca.

─ ¿Qué...haces aquí? ─ preguntó con esfuerzo, por supuesto, porque su voz sonó un poco quebrada, desvió sus ojos para no demostrar la tristeza en sus ojos, pero sí su quijada tensa, porque no podía contener el enojo.

─ Quiero hablar contigo ─ pidió Lisa cerrando la puerta tras su espalda.

Jennie colocó sus manos en su cintura, se mordió internamente y asintió algo tensa ─ Pues yo no quiero hablar contigo. ─ espetó moviéndose dentro de su habitación, pasó a un costado de Lisa y abrió la puerta ─ Largo─ exigió severa ─ Estoy trabajando.

Lisa se giró un poco angustiada hasta quedar frente a ella ─ Jennie, por favor déjame hablar contigo─ suplicó frunciendo su ceño.

─ Lady Kim ─ la corrigió ─ si quiere hablar conmigo tiene que pagar para más consejos. Ahora voy a pedirle que se largue porque tengo un cliente que atender ─ exigió mirando hacia la salida de la habitación.

Lisa titubeó un poco en su sitio, caminó cabizbaja hacia la salida de la habitación, pero antes de salir se detuvo mirando a Jennie con un rostro angustiado y cargado de ternura, la meretriz desvió su mirada, frunció sus labios tensando su mandíbula. La rubia soltó un profundo suspiro y bajó su mirada. Jennie sentía que una lagrima le salía por el rabillo del ojo, pero levantó su mentón para no mostrar debilidad, no quería ver a Lisa porque temía que si lo hacía su corazón se estremecería cediendo ante el encanto de la burguesa.

Sin embargo, para sorpresa de ella, la puerta se cerró fuertemente, miró hacia ella y vio a Lisa aun dentro, colocando la presilla en la puerta para que nadie las interrumpiera. ─ Lo lamento ─ murmuró mirando hacia sus manos.

Jennie no dijo nada, quería volver a pedirle que se fuera, pero cometió el "error" de mirar a la burguesa, porque su debilidad surgió estremeciéndola ante lo dulce y tierna que lucía.

─ Entiendo que estés molesta conmigo por no estar ahí en tu presentación ─ decía mirando hacia la puerta, y es que era más fácil para ella hacerlo de esa manera que mirar los intimidantes ojos de Jennie ─ pero por favor, entiéndeme a mí, porque es difícil para mí aceptar lo que haces. ─ confesó con una voz temblorosa.

Jennie se colocó detrás, Lisa pudo sentir su cercanía por sus tacones sonar ─ ¿y tú crees que para mí es fácil aceptar lo que soy? ¿Enserio crees que a mí me gusta ser prostituta?

─ Yo sé que no, pero no soporto ver como los hombres te faltan al respeto. Me hablas a mi sobre darme a respetar con Adam, pero tú lo pierdes siempre que te acuestas con uno. ─ murmuró.

Jennie soltó un suspiro, su pecho le dolió, ver a Lisa temblar la estaba debilitando más aun con sus duras palabras ─ Conozco el respeto porque cada noche tengo un debate conmigo misma, en el que decido si dejar que me lo falten o no, porque así me gano la vida; pero tú no eres una prostituta, tienes la libertad que yo no tengo, y me enoja que no la uses, me enoja aún más que vengas a mí, con ese rostro triste y que logres que mi mente se ocupe en ti cuando mis problemas son mucho más grandes.

Lisa finalmente se atrevió a girar, temblando, pero valiente, notó a Jennie cabizbaja, nunca la había visto así de desanimada ─ No voy a decirte que es peor mi situación que la tuya, porque no entiendo cuan dura puede ser tu vida, pero me has ayudado tanto que en cierto modo la has mejorado, por eso no voy a disculparme, pero no es mi matrimonio el que ahora me importa, te lo dije cuando vine, lo que me trae aquí eres tú. ─ dijo firme, en tono tan ronco y decidido, que incluso hizo temblar el orgullo de la meretriz.

LA MERETRIZ - JENLISADonde viven las historias. Descúbrelo ahora