XVII

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Si había algo más miserable y repulsivo en todo Londres que no fueran las calles de éste, era la cárcel.

De los sitios más sucios, asquerosos, concurridos y vulgares de la ciudad, un lugar poco digno para una mujer, más aún, si ésta era de clase alta.

Lisa no tenía permitido ingresar, por el contrario, empezó a darse cuenta de que los pequeños "sobornos" justo como lo hacía su esposo eran un pase para cualquier lugar que deseara, un policía corrupto la dejó hasta una pequeña habitación oscura y mal oliente, la rubia se sentó al extremo de una mesa de madera mientras esperó a que el oficial volviera con un hombre esposado que tenía una sonrisa burlona y malévola.

─ Esperaba ver a todos menos a usted, señora Wyllson ─ dijo George en cuanto cruzó la puerta y tomó asiento en el otro extremo. La examinó con su mirada lívidamente, le impresionaba el rostro serio de la rubia, como si toda su inocencia se esfumara, erguida en su asiento con la frente en alto, podía intimidar a cualquiera ─ ¿No me tiene miedo, señora Wyllson? ─ cuestionó la notar que Lisa no respondió nada.

─ ¿Debería tenerle miedo? ─ preguntó Lisa desafiándolo con su mirada.

George soltó una sonrisa y luego ladeó la cabeza ─ Si está aquí es porque tiene miedo, y no precisamente a mi, sino porque sabe bien que yo sé lo que hace.

Lisa achicó sus ojos y se inclinó un poco más hacia George. ─ Tiene razón, estoy aquí por usted, pero vine a proponerle algo, si le interesa podemos hablar.

─ ¿Su esposo sabe que está aquí? Porque no pienso no denunciarlo por intentar asesinarme.

─ Vine por mi cuenta, no me interesa lo que le suceda a mi esposo, creo que eso usted lo sabe bien

George la miró inquisitivamente, por un segundo parecía que algo en su sonrisa se mofaba de haber descubierto algo ─ Viene por Ruby ─ atinó mofándose, Lisa solo se tensó, seguido de esto soltó una carcajada ─ He oído hablar sobre mujeres que salen con otras mujeres, pero nunca en mi vida sobre una mujer rica enamorada de una zorra. ─ añadió burlón.

Lisa no pudo objetar a eso, por el contrario la palabra "enamorada" fue lo que la hizo sentir un poco más decidida.

─ Mi esposo es un hombre muy poderoso, si él quiere puede mandarlo a la horca en un chasquido, el que le ponga usted una demanda por intento de homicidio no le servirá de nada. ─ decía segura.

─ No me robé nada, puedo decir que intentó matarme, nadie estaba ahí para verlo ─ afirmó George.

─ ¿A quién cree que le van a creer? ─ cuestionó la rubia acercándose un poco a él ─ "no sé de qué habla, escuché ruidos y vi a un hombre entrar a mi casa intentó atacarme, de no ser porque mis criados lo sorprendieron, gracias a Dios mi esposo lo detuvo por intentar matarme" ─ actuó.

George la miró con odio y golpeó la mesa con sus puños, muy a penas porque estaba esposado a ésta y también de los pies ─ ¡Eso es mentira!

Lisa dejó de actuar para poner un rostro serio y mirarlo fijamente ─ Le vuelvo a preguntar ¿A quién cree que le van a creer más, a un ex convicto de Francia acusado por asesinar a su esposa y además ladrón o la noble e inocente señora Wyllson?

George empalideció enseguida, frunció el ceño al darse cuenta del cómo Lisa sabía que él tenía cargos por asesinato y era buscado en Francia por eso.

─ Te dije que Adam es una persona poderosa, me bastó con solicitar una investigación a su nombre en cuanto te vi desnudo en el departamento de Jennie, es increíble lo que algo de dinero puede hacer ─ dijo Lisa, y lo cierto es que sí, había pagado a John por investigar un poco más sobre el amigo de Jennie, en realidad sus conjeturas no eran del todo ciertas, la información que Lisa tenía solo estaba basada en chismes que John había escuchado, es por ello que le había ofrecido cincuenta libras.

LA MERETRIZ - JENLISADonde viven las historias. Descúbrelo ahora