XX

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A Jennie Kim le había costado dejar a la rubia, después de haber pasado la noche juntas, ambas se organizaron para poder irse, Adam se iría dos días a arreglar los papeles de la herencia de Lisa, era el tiempo en que podían juntar provisiones, empacar, comprar boletos para el tren y hospedarse en una pensión, vender sus pertenencias junto al dinero de Adam para comprar tierras en Escocia.

─ Toma ─ dijo Jennie colocando el dinero en la mano de aquel viejo amigo que gozaba de contactos y trucos de los que la meretriz siempre se servía para obtener sus remedios "ilegales".

─ ¿Sólo de ida? ¿No piensas volver? ─ inquirió frunciendo su bigote pronunciado con una mueca de tristeza.

─ ¡Eso no es asunto tuyo! Sólo compra los boletos para mañana a las 12 de la noche ─ pidió.

─ ¿Sabes que a esa hora no hay pasajes?

─ Sé que conoces al gerente de la estación y puedes conseguirlos ─ refutó la mujer con una sonrisa socarrona.

Michael la miró con la misma sonrisa, acto seguido le estrechó un cálido abrazo ─ Voy a extrañarte, no encontraré a otra mujer que me haga tan feliz como tu lo hacías.

Jennie sonrió a sus adentros respondiendo su abrazo, se sentía feliz y nostálgica, jamás creyó que se enamoraría de una burguesa que pondría su vida de cabeza, aquello le daba miedo, pero a la vez le entusiasmaba.

─ Y yo a ti, amigo. ─ respondió separándose de su abrazo ─ Discreción ─ apuntó con su dedo índice ─ ¿Entendido? ─ alzó una ceja,

Michael asintió fingiendo cerrar su boca como un cierre ─ ¿Y qué hay de tu departamento? ¿Lo venderás?

Jennie tomó su bolso y lo miró nostálgica ─ No, se lo daré a Jisoo.

Lisa en cambio, había tomado una de sus maletas, comenzó a meter su vieja ropa, aquella que le parecía bastante cómoda y poco ostentosa, donde también guardó la caperuza de su amada cortesana, había apartado sus vestidos más finos junto a sus joyas y diamantes, debía ir a venderlos a la casa de empeño. Luego se fue a la vieja habitación en el que estaba lleno de libros, paseó sus ojos sobre la pila acariciándolos con nostalgia, únicamente tomó uno, el primer libro que su padre le regaló, los demás había pensado en obsequiárselos a Rosé, junto a casi todas las pertenencias que dejaría.

Guardó su valija debajo de la cama, tomó un bolso de tercio pelo en el que puso todas las joyas y salió de su habitación, sin embargo, no pudo continuar su camino cuando su vieja amiga la miraba extrañada por la sonrisa de Lisa que se desvaneció de susto en cuanto chocó contra ella.

─ ¿Va a salir, Señora Wyllson? ─ preguntó con inocencia.

Jennie, había ido a su departamento, a diferencia de Lisa no contaba con una valija grande y fina, de hecho, solo un pequeño costal de tela en donde colocó ropa y zapatos, luego extrajo de debajo de su cama su caja de geishas, sonrió pícaramente y la guardó en el morral, acto seguido se encontró con su pequeña cajita de madera. Al colocarla encima de su cama, sacó todo el dinero que había ahorrado lo puso dentro de un monedero, luego tomó la foto de sus padres, en dónde ella aparecía en el centro a sus apenas siete años sonriendo ampliamente con la falta de dos dientes sujetada de la mano de su padre y madre, luego de pasar su dedos sobre la foto volvió a guardarla en la caja encontrándose al instante el collar que había robado hace tiempo, presionó el botoncito y éste se abrió repentinamente, con la fotografía de un hombre rubio de nariz respingada y cejas pobladas, del otro lado la foto de una mujer de piel morena, ojos color miel por el claro de los pocos tonos de la fotografía, nariz un poco ovalada y una sonrisa amplia que abultaba sus mejillas de una forma peculiar, aquellas fotografías le resultaron familiares, sentía que conocía a ese par, se quedó tan solo unos minutos razonando hasta que recordó las palabras de Lisa ─ ¡Oh por Dios! ─ esbozó con asombro llevando su mano a sus labios dándose cuenta de que eran los padres de la burguesa.

LA MERETRIZ - JENLISADonde viven las historias. Descúbrelo ahora