XXI

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─ ¿Señora Smith? ─ preguntó Irene esbozando una sonrisa gentil.

Jennie no podía pronunciar palabra alguna, el temor en sus ojos la delataron por completo.

Al no decir nada, Irene borró su sonrisa y se dio la vuelta, pero Jennie se apresuró a tomarla del brazo y jalarla al interior de la habitación cerrando la puerta tras de sí.

─ ¡Suéltame! ¡Déjame! ─ gritaba la contraria intentando abrir, pero Jennie se lo impedía sujetándola de los brazos ─ ¡Auxilio! ¡Auxilio!

─ ¡Cállese! ─ gritó Jennie en un tono severo.

─ Eres una maldita prostituta, tú y Lisa lo saben... Tengo que decirle a Adam ─ gritó en desesperación empujando a Jennie para salir.

La meretriz volvió a sujetarla con fuerza y la empujó contra la cama ─ No irá a ninguna parte ─ espetó.

─ ¿Va a matarme? ¿En esta pocilga? ─ preguntó con pavor en su mirada.

─ No soy una asesina─ dijo Jennie un poco más tranquila.

─ Nos engañó a todos, a mí, al señor Adam... La policía sabrá de su delito y no sólo eso, haré que la encierren en prisión, a usted y a esa golfa mentirosa de cabello rubio.

─ No meta a Lisa en esto, ella no tiene nada que ver

─ ¡Maldita zorra inmunda! ¡¿Cómo se atreve a engañarnos a todos?! ─ la exasperación de Irene era demasiado exagerada, su semblante y cabello enmarañado la hacía parecer una loca desesperada.

─ Está bien ─ dijo Jennie en un tono más bajo, se hizo a un lado y señaló la puerta ─ ¿Quiere ir a contarle al señor Adam que soy una meretriz? Adelante vaya ─ pidió.

Irene ni lerda ni perezosa tomó su bolso y caminó hacia la puerta, pero antes de cruzar Jennie la detuvo ─ Pero no dude que yo también iré a decirle a la policía sobre su intención de abortar. ¿Acaso cree que no sé qué el hijo que espera es del señor Adam? ¿Qué ha cometido una infidelidad?

Irene titubeó un poco, sus ojos estaban cristalinos y su respiración pesada, pasó un nudo en su garganta y miró a Jennie ─ Nadie va a creerle. Es su palabra contra la mía.

─ Dudo mucho que eso pase, en éste burdel he conocido a muchas mujeres como usted, basta con que yo les diga la verdad y que todas empiecen a notar su embarazo para que su reputación caiga por los suelos. Además, no olvide que soy una prostituta y que entre nosotras nos cuidamos.

Su contraria no podía decir nada, miró a Jennie con sorpresa, luego tocó su vientre. ─ Puedo ayudarle a deshacerse del problema, podemos llegar a un acuerdo.

─ Yo no hago acuerdos con prostitutas ─ dijo quitándose del agarre de Jennie volviendo a tocar el pomo de la puerta.

─ Él nunca la amará, aunque decida tenerlo o no, aunque le diga la verdad. El señor Adam, él nunca querrá nada con usted.

Aquellas palabras fueron como el martilleó constante en el pecho de Irene, le dolía bastante, pero era más su enojo que otra cosa, por lo tanto, salió de la habitación decidida a ir a la casa del señor Adam.

Jisoo se asomó enseguida mientras Jennie se quedaba en shock tratando de asimilar lo que pronto pasaría.

─ ¿Qué pasó? ─ preguntó

─ Me descubrieron ─ murmuró con temor.

─ ¿Qué? ─ se acercó Jisoo.

─ Jisoo, me descubrieron, ella sabe que soy prostituta, la amante de Adam.

LA MERETRIZ - JENLISADonde viven las historias. Descúbrelo ahora