ESTÁ EMPEZANDO A ATARDECER Y CON EL PASO DEL TIEMPO, ESTOY CADA VEZ MÁS nerviosa por la idea de volver a ver a mi secuestrador.
La novela que he estado leyendo ya no consigue distraerme, así que la dejo y comienzo a andar en círculos por la habitación.
Llevo puesta la ropa que Liet me ha dejado antes: un vestido veraniego azul que se abrocha por delante, bastante bonito.
No es exactamente el estilo de ropa que me gusta, pero es mejor que un albornoz. De ropa interior hay unas braguitas blancas de encaje sexis y un sujetador a juego.
Sospechosamente, toda la ropa me queda bien. ¿Habrá estado espiándome todo este tiempo?
¿Estudiándolo todo sobre mí, incluida mi talla de ropa?
Este pensamiento me revuelve el estómago.
Intento no pensar en lo que va a suceder a continuación, pero es imposible apartarlo de mi mente. No sé por qué, pero estoy segura de que vendrá a verme esta noche. Puede que tenga todo un harén de mujeres ocultas en esta isla y que vaya visitándolas un día a la semana a cada una, como hacían los sultanes.
Aun así, presiento que llegará pronto. Lo que pasó anoche no hizo más que abrirle el apetito, por eso sé que aún no ha terminado conmigo, ni mucho menos.
Finalmente, la puerta se abre.
Camina como si toda la estancia le perteneciera. Bueno, en realidad, le pertenece.
De nuevo, me veo absorta en su belleza masculina. Podría ser modelo o estrella de cine con esas facciones. Si hubiera justicia en este mundo, sería bajito o tendría algún defecto que compensara la perfección de sus facciones.
Pero no, no tiene ninguno. Es alto y su cuerpo delgado hace que esté perfectamente proporcionado. Recuerdo lo que es tenerlo dentro y siento a la vez una molesta sacudida de excitación.
Parece que le gusta la ropa sencilla, y acierta. No necesita realzar su aspecto físico.
Me sonríe. Lo hace con esa sonrisa de ángel caído, misteriosa y seductora al mismo tiempo.
-Hola, ________.
No sé cómo contestarle, así que le suelto lo primero que se me viene a la mente.
-¿Cuánto tiempo me vas a tener retenida aquí? Ladea la cabeza ligeramente.
-¿Aquí en la habitación? ¿O en la isla?
-En las dos.
-Liet te enseñará la isla un poco mañana. Podrás darte un baño si te apetece -me dice, acercándose un poco más-. No te quedarás aquí encerrada, a no ser que hagas alguna tontería.
-¿Alguna tontería? ¿Cómo cuál? -pregunto. Me empieza a latir el corazón a toda velocidad al tiempo que él se para justo enfrente y alza la mano para acariciarme el pelo.
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SECUESTRADA (Timotheé Chalamet y tu)
RomanceNovela adaptada Créditos a quien corrresponda