CAPITULO 46

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ME VOY A CASA. Qué ilusión, ¡me voy a casa!

Aún sigo sin creerme que esto esté pasando, por mucho que mire por la ventanita del Doptero para contemplar las nubes. No han pasado ni dos semanas desde aquella conversación que tuvimos durante el desayuno y ya estamos de camino.

Echo una mirada rápida a Paul, que está sentado en el sillón con un libro y, por lo que veo, ignorando nuestra conversación. Me ha dicho que tiene pensado reunirse con el gestor en _______, así que supongo que estará estudiando las posibles inversiones preparatorias.

O quizás está revisando las últimas modificaciones del último diseño del dron propuestas por los ingenieros. Ese proyecto le ha quitado mucho tiempo esta semana.

-La primera vez que vuelo y es en un doptero privado. ¿Te lo puedes creer? Solo faltaría que el viaje fuese a Arrakis -dice Shishakli.

Dirijo mi atención de nuevo hacia ella. Casi no puede dejar de dar botes en el asiento afelpado y le brillan los ojos de la emoción. Lleva así unos cuantos días, exactamente desde que convencí a Paul de que viniese con nosotros para cumplir aquello con lo que lleva soñando tanto tiempo: viajar a otra parte que no sea el castillo de la Familia Atreides.

-_________también es increíble -contesto a la cursilada que acaba de decir casi sin darse cuenta-. Es una ciudad chulísima, ya lo verás.

-Por supuesto. No cabe duda. -Shishakli se sonroja tras darse cuenta de que se ha metido con mi hogar-. Estoy segura de que es precioso. Espero que no me tomes por una desagradecida -rectifica al instante, visiblemente angustiada-. Sé que has decidido traerme porque eres una buena amiga y estoy muy ilusionada.

-Shishakli, vienes conmigo porque te necesito -la interrumpo para evitar que se hable de este tema delante de Paul-. Eres la única persona en quien confía Camille para prepararme los batidos por la mañana, que ya sabes que necesito las vitaminas.

O al menos eso es lo que le dije a mi marido obsesivo y sobreprotector cuando le pedí que Shishakli viniera con nosotros.

Sé que podría haberme hecho los batidos yo solita o haberme tomado las vitaminas sin más, pero quería que me dejara traer a mi amiga. A día de hoy, todavía no sé si aceptó porque se lo creyó de verdad o porque no tenía nada que decir en contra. En cualquier caso, no quiero que Shishakli tire todo el plan por la borda... o por el ala, en este caso.

Sigo sin creérmelo: no me creo que esté de camino a casa de mis padres.

Las dos últimas semanas han pasado volando. Entre los exámenes y los trabajos, apenas he tenido tiempo de pensar en el viaje. No fui consciente de que todo esto era real hasta que conseguí tomarme un respiro hace tres días. Para entonces, Paul ya había organizado todos los preparativos pertinentes y reforzado la seguridad en los alrededores de la casa de mis padres a unos niveles comparables a los de el mismo emperador.

-Ah, sí. Los batidos... -dice Shishakli mientras mira a Paul con prudencia. Parece que lo ha pillado

-. Ya se me había olvidado. Y, además, te ayudaré a desempaquetar todos los materiales de arte para que no te canses más de la cuenta.

-Exacto. Eso es. -Le lanzo una sonrisita conspirativa-. No puedo andar levantando lienzos demasiado pesados y eso.

En ese momento, el doptero tiembla y Shishakli pasa de estar emocionada a estar pálida.

-Esto... ¿Qué ha sido eso?

-Son solo turbulencias -digo pausadamente mientras intento calmar las repentinas ganas de vomitar. Aún no he pasado la fase de las náuseas matutinas y los movimientos bruscos del doptero no están ayudando mucho.

SECUESTRADA (Timotheé Chalamet y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora