A LA MAÑANA SIGUIENTE, ME DESPIERTO CON UNA SENSACIÓN EXTRAÑA. PARECEcomo si...—¡Mierda!
Doy un salto e intento quitarme una araña de patas largas que se me acerca poco a poco al brazo. La araña sale volando. Atacada, me sacudo la cara, el pelo y el cuerpo para quitarme cualquier bicho asqueroso que tenga.
Vale, no es que me den miedo las arañas, sino que no me gusta nada tenerlas encima. Desde luego, no es la manera más agradable de despertarse.
Las pulsaciones vuelven a estabilizarse poco a poco y evalúo la situación. Tengo sed y me duele todo el cuerpo por haber dormido en un suelo duro. Me siento sucia y me duelen los pies.
Levanto una pierna y me miro la planta del pie. Estoy casi segura de que tengo sangre seca.
Me suenan las tripas porque tengo hambre. Anoche no cené y me muero de hambre.
Lo bueno es que Liet no me ha encontrado aún.
No sé qué voy a hacer ahora. ¿Quizá volver a la casa e intentar tenderle otra emboscada?
Pienso en ello y decido que probablemente sea lo mejor en este punto. Antes o después, Liet o Paul me encontrarán. La isla no es tan grande y no podré esconderme de ellos durante mucho tiempo. No puedo perder el tiempo, no vaya a ser que Paul vuelva antes de lo esperado. En un dos contra uno tengo poco que hacer.
Cada vez tengo más hambre. Además, suelo marearme si no como a menudo.
Puede que encuentre agua fresca, pero comida es más difícil. No sé de dónde saca Liet esos mangos. Si me escondo durante otro par de días, estaré demasiado débil para atacar a cualquiera, y aún menos a una mujer que podría ser una princesa guerrera.
Aunque puede que no me espere aún, cosa que podría aprovechar como factor sorpresa.
Por ello, respiro profundo y empiezo a caminar —o, mejor dicho, a cojear— hacia la casa. Sé que puede que no acabe bien, pero no puedo hacer otra cosa. O lucho ahora o seré una víctima siempre.
Tardo dos horas en regresar. Tengo que pararme y descansar a ratos, cuando mis pies no pueden aguantar el dolor.
Es paradójico que escapara porque tenía miedo al dolor y que haya terminado haciéndome tanto daño. Seguro que a Paul le encantaría verme así. «Puto pervertido».
Finalmente, logro llegar a la casa y me agacho detrás de unos arbustos grandes que hay cerca de la entrada principal. No sé si está cerrada o abierta, pero no creo que pueda entrar por esta puerta. Normalmente, Liet suele estar en el salón.
No, necesito una estrategia mejor.
Unos minutos más tarde, me dirijo con cuidado hacia la parte trasera de la casa, hacia el gran porche en que ayer ataqué a Liet.
Para mi alivio, no hay nadie allí.
Con cuidado de no hacer ruido, abro la puerta con tela metálica y entro.
Llevo una piedra grande en la mano. Preferiría llevar un cuchillo o una pistola, pero ahora mismo solo tengo una piedra.
Me dirijo a una de las ventanas caminando como un cangrejo. Para mi alegría, miro dentro y me encuentro que el salón está vacío.
Me pongo derecha y camino hacia la puerta de cristal que da al salón, entorno la puerta y entro.
La casa está totalmente en silencio. No hay nadie cocinando ni poniendo la mesa.
El reloj digital del salón marca las 7:12. Espero que Liet esté todavía durmiendo.
Sin soltar la piedra, entro a hurtadillas en la cocina y encuentro otro cuchillo. Con los dos objetos, me dirijo a la planta de arriba.
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SECUESTRADA (Timotheé Chalamet y tu)
Roman d'amourNovela adaptada Créditos a quien corrresponda