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—OJO POR OJO. —Los ojos de Glosum arden con odio mientras se acerca a mí, pasando por encima del cuerpo aplastado de Liet. Sigue caminando, la sangre le llega por los tobillos, el líquido oscuro salpica todo alrededor de sus pies en una espiral malévola—. Una vida por otra.
—No. —Ahí estoy de pie, temblando, sintiendo el miedo latiendo dentro de mí a un ritmo nauseabundo—. Esto no. Por favor, esto no.
Pero ya es tarde. Ya está ahí, clavándome el cuchillo en el estómago. Con una cruel sonrisa, mira detrás de mí y dice:
—La cabeza será un pequeño pero bonito trofeo. Después de que la corte un poco, claro está...
—¡Paul!
MI GRITO resuena por la habitación mientras me tiro de la cama, temblando con escalofríos de terror.
—¿Estás bien, nena? —Sus brazos fuertes me abrazan en la oscuridad, abrigándome en un firme abrazo cariñoso—. Shhh...—Paul me calma cuando empiezo a sollozar, agarrándolo con todas mis fuerzas—. ¿Has tenido otro sueño de esos?Me las arreglo para asentir ligeramente.
—¿Qué tipo de sueño, mi gatita? —Sentándose en la cama, Paul me coloca en su regazo y acaricia mi pelo—. ¿El que tuviste sobre Liet y yo?
Escondo mi cabeza contra su cuello.
—Más o menos —susurro cuando por fin puedo hablar—, excepto que Glosum me estaba amenazando a mí esta vez. —Trago la bilis que me sube por la garganta—. Amenazaba al bebé que llevo dentro.
Siento cómo se tensan los músculos de Paul.
—Está muerto, _______. Ya no puede hacerte daño.
—Lo sé. —No puedo parar de llorar—. Lo sé, créeme.
Una de las manos de Paul baja hasta tocar mi vientre, calentando mi piel helada.
—Va a salir bien —murmura, mientras me acuna suavemente—, todo va a salir bien.
Me agarro a él con fuerza, intentando acallar mis gemidos. Estoy desesperada por creerlo.
Quiero que estas últimas semanas sean lo normal, no la excepción, en nuestras vidas.
Moviéndome por el regazo de Paul, noto algo duro creciendo contra mi cadera y por alguna razón, alivia mis miedos. Si hay algo de lo que puedo estar segura, es de la ardiente y desesperada necesidad que nuestros cuerpos sienten el uno por el otro. De repente, sé justo lo que quiero.
—Hazme olvidar —susurro, dándole un beso en un lado del cuello—. Por favor, solo hazme olvidar.
La respiración de Paul cambia, con su cuerpo tensándose en una forma diferente.
—Con mucho gusto —murmura, colocándome sobre el colchón.
Mientras entra en mí, rodeo sus caderas con mis piernas, dejando que la fuerza de sus impulsos saquen las pesadillas de mi cabeza.
LA MAÑANA del viernes me despierto tarde, con los ojos enrojecidos por la llorera de la noche anterior. Al levantarme, me lavo los dientes y me doy una larga ducha caliente. Entonces, sintiéndome ya infinitamente mejor, vuelvo al cuarto para vestirme.
—¿Cómo te encuentras, mi gatita? —Paul entra en la habitación justo cuando me abrocho los shorts frente al espejo. Ya está vestido, con su constitución alta y musculada haciendo que sus vaqueros oscuros y camiseta parezcan salidas de GQ.
—Estoy bien. —Me giro y le sonrío un poco avergonzada—. No sé por qué soñé con eso anoche. Hacía semanas que no pasaba.
—Bueno. —Apoyado en la pared, Paul cruza sus brazos y me penetra con la mirada—. ¿Pasó algo ayer? ¿Algo que pueda haber provocado una recaída?
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SECUESTRADA (Timotheé Chalamet y tu)
RomanceNovela adaptada Créditos a quien corrresponda