CAPITULO 58

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EN CUANTO OIGO ese sonido desconocido, se me disparan los niveles de adrenalina. No sabía que alguien podía sentirse así, anestesiado e intensamente vivo al mismo tiempo. Tengo el corazón a mil y se me eriza la piel del miedo. 

Sin embargo, el pánico que me paralizaba antes ha desaparecido; se ha ido en algún momento entre la segunda y la tercera explosión.

Al parecer una se puede acostumbrar a todo, incluso a los dopteros que explotan por los aires.

Agarrando el arma que me dio Paul, me sujeto con la mano que me queda libre al asiento, incapaz de apartar la vista de la batalla que se libra fuera del doptero. 

Los aires que dejamos atrás parece sacada de una zona de guerra, con dopteros destrozados y en llamas que se amontonan en un estrecho tramo de Arrakis.

Como si estuviéramos en un videojuego, solo que las víctimas son reales.


¡Buuum! Solo con pulsar un botón del mando, el doptero sale volando. ¡Buuum! otro más.


 ¡Buuum! ¡Buuum! Me encuentro a mí misma dirigiendo mentalmente cada granada, como si pudiera guiar los disparos de Paul con mis pensamientos.

Un juego. Un juego de disparos muy realista con unos efectos de sonido increíbles.


Lo pienso así para poder sobrellevarlo mejor. Puedo fingir que no hay docenas de cadáveres ardiendo detrás de nosotros, tanto de su bando, como del nuestro. Puedo decirme a mí misma que el hombre al que amo no está en medio del doptero sujetando un lanzagranadas exponiendo su cabeza y su torso a la lluvia de balas de ahí fuera.

Sí, un juego que ahora también incluye más. Lo oigo y, si trepo por el asiento y me acerco a la ventana, lo veo también.


Es una nave que viene directamente hacia nosotros.


Debería ser un alivio que las personas del emperador estén intentando mediar en el asunto, pero el ataque que acabamos de sufrir no parecía un intento para restablecer el orden. Vi que el doptero que nos perseguía iba junto a los Harkonnen. 


No pretendían arrestar a todos los criminales implicados en esta letal persecución.

Querían acabar con nosotros.

De nuevo, el terror se apodera de mí y se lleva toda mi falsa calma. Esto no es un juego. Hay hombres muriendo ahí fuera y, de no ser por el doptero blindada y por lo hábil que es Duncan piloteando, ya estaríamos muertos también. 


Si fuera solo yo, no importaría mucho. Pero todas las personas a las que quiero están en este doptero. Si les pasase algo...

No, no, para. Noto que empiezo a hiperventilar y me obligo a apartar ese pensamiento. 


No puedo entrar en pánico ahora. Miro hacia delante y veo a mis padres en el asiento agarrándose fuertemente el uno al otro y sujetándose al cinturón de seguridad. Están tan pálidos que su piel parece de color verde. Creo que están en shock porque mi madre ya no grita.

Duncan da un volantazo hacia la derecha y casi me tira del asiento.


¡Buuum! De repente solo veo negrura y el sonido se desvanece un segundo. 

SECUESTRADA (Timotheé Chalamet y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora