Paul Atreides
Estoy en mitad de la revisión de el diseño de los nuevos destiltrajes cuando _______ se sienta a mi lado. Incapaz de resistir al encanto de su presencia, me giro para mirarla y veo cómo comienza a leer su libro.
Ahora que he estado unos minutos lejos de ella, la necesidad irracional de explotar y hacerle daño ha desaparecido.
En su lugar ha aparecido una tristeza inexplicable... un extraño e inesperado sentimiento de pérdida.
No lo entiendo.
No le he mentido cuando le he dicho que no quiero hijos.
Nunca había pensado en ello, pero ahora que me lo estoy planteando, ni siquiera me imagino siendo padre. ¿Qué haría con un niño? Sería otro punto flaco que mis enemigos podrían explotar.
No me interesan los bebés ni sé cómo criarlos. Mis padres no fueron un modelo que seguir precisamente. Debería alegrarme de que _______ no quiera hijos, pero, en lugar de eso, cuando ha sacado el tema de la píldora, me ha sentado como una patada. Me lo he tomado como el peor rechazo de todos.
He intentado no pensar en ello, pero cuando la he visto limpiarse el semen de los muslos, esos sentimientos desagradables han despertado de nuevo y me han recordado que no quiere eso de mí, que nunca lo querrá.
No entiendo por qué me importa. Nunca he planeado crear una familia con _______.
El matrimonio ha sido solo un modo de consolidar nuestro vínculo, nada más. Es mi gatita... mi obsesión y mi posesión. Me quiere porque he hecho que me quiera y la quiero porque la necesito para vivir. Los niños no son parte de esta dinámica. No puede ser.
_______ me pilla mirándola y me dedica una sonrisa vacilante.
—¿En qué estás trabajando? —me pregunta, dejando el libro sobre el regazo—. ¿Todavía estás con el diseño ?
—No, pequeña. —Me obligo a centrarme en que vino a Geidi Prime por mí, que me quiere lo suficiente como para hacer una locura tan grande, y eso me levanta el ánimo y hace desaparecer la presión persistente que siento en el pecho.
—Entonces, ¿qué es? —insiste y sonrío sin querer, divertido por su curiosidad. Ya no está contenta con quedarse al margen de mi vida; quiere saberlo todo y se envalentona cada vez más en su búsqueda de respuestas.
Si fuera cualquier otra persona, me enfadaría. Pero tratándose de _______, no me importa. Disfruto con su interés.
—Estoy mirando una posible inversión —le explico.
Escucha mi explicación muy fascinada, con sus ojos oscuros fijos en mi cara todo el tiempo. Me gusta cómo absorbe conocimiento como si fuera una esponja. Me resulta divertido enseñarla, mostrarle las diferentes partes de mi mundo. Las pocas preguntas que hace son perspicaces, lo que me demuestra que entiende a la perfección de lo que hablo.
—Si esa droga puede borrar los recuerdos, ¿no podría usarse para tratar enfermedades como el TEPT o alguna por el estilo? —me pregunta tras describirle uno de los productos más prometedores del negocio, y estoy de acuerdo: he llegado a esa conclusión hace solo unos minutos.
No había previsto esto cuando la rapté, el simple placer que significaría pasar tiempo con ella.
La primera vez que la capturé, la veía solo como un objeto sexual, una chica bonita que me obsesionaba tanto que no podía olvidarla. No esperaba que se convirtiera en mi compañera, además de en mi alma gemela en la cama, no pensaba que fuera a disfrutar simplemente estando con ella.
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SECUESTRADA (Timotheé Chalamet y tu)
RomanceNovela adaptada Créditos a quien corrresponda