CAPITULO 3

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ME DESPIERTO CON UN AGUDO DOLOR DE CABEZA Y EL ESTÓMAGO REVUELTO.

Esta oscuro y no alcanzo a ver nada.

Durante unos segundos no recuerdo que ha pasado. ¿Bebí demasiado en la fiesta?

Entonces mi mente se aclara y los acontecimientos de la noche anterior se cuelan en mí como si de un ciclón se tratase. Me acuerdo del beso y entonces... «Tom». Dios, ¿qué le ha pasado a Tom

Estoy tan aterrorizada que solo puedo quedarme ahí tumbada, temblando.

Estoy acostada en una cama con un buen colchón, uno muy bueno, seguramente. Estoy tapada con una manta, pero no noto que lleve ropa encima, solo siento la suavidad del algodón de las sábanas que rozan mi piel. Me toco y se confirman mis sospechas: estoy desnuda.

Mis temblores se intensifican.

Con una mano compruebo entre mis piernas. Para mi gran alivio todo parece igual. No hay humedad, ni dolor ni ninguna señal de que me hayan violado.

Al menos por ahora.

Me escuecen los ojos por las lágrimas, pero no rompo a llorar. Llorar no arreglaría mi situación actual. Necesito averiguar qué está pasando. ¿Quieren matarme? ¿Violarme? ¿Violarme y luego matarme? Si me han secuestrado para cobrar un rescate, ya puedo considerarme muerta. Desde que despidieron a mi padre por la crisis, apenas pueden pagar la hipoteca.

Con mucho esfuerzo logro contener mi histeria. No quiero empezar a gritar porque eso llamaría la atención.

En lugar de eso sigo tumbada en la oscuridad, recordando todas esas historias espantosas que salen en las noticias. Pienso en Tom y en su cálida sonrisa.

Pienso en mis padres y en lo abatidos que se quedarán cuando la policía les diga que he desaparecido. Pienso en todos mis planes y en que es posible que nunca vaya a ir a la universidad.

Y entonces empiezo a enfadarme. ¿Por qué me hacen esto?¿Quiénes son? He asumido que son ellos en lugar de él porque recuerdo haber visto una oscura figura cernirse sobre el cuerpo de Tom. Debía haber alguien más para atraparme por detrás.

La furia me ayuda a controlar el pánico y entonces puedo pensar un poco. No puedo ver nada, pero sí puedo palpar.

Me muevo con sigilo y, con sumo cuidado, empiezo a estudiar mi alrededor.

Primero, confirmo que estoy en una cama. Una gran cama de esas king size.

Hay almohadas y una manta, las sabanas son suaves y agradables al tacto. Parecen caras. Sea por lo que sea, eso me asusta aún más: son criminales con dinero.

Gateo hasta el borde de la cama y me siento mientras agarro con fuerza la manta contra mi cuerpo. Toco el suelo con el pie descalzo. Está frío y es liso como si fuera madera.

Me enrollo la manta al cuerpo y me levanto dispuesta a seguir con la exploración.

En ese mismo instante escucho que la puerta se abre.

Entra una luz cálida. Y aunque no es muy brillante me ciega durante un momento. Parpadeo una cuantas veces para acostumbrarme a la luz.

Y entonces lo ve a él.

Es Paul.

Es Paul

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SECUESTRADA (Timotheé Chalamet y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora