CAPITULO 47

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Cuando subimos al doptero me percato de lo cansada que estoy. Toda la emoción de esta noche se disipa y me absorbe las fuerzas. Shishakli, de nuevo, toma asiento frente a nosotros, al otro lado del pasillo y Paul tira de mí para tenerme más cerca, colocando su brazo sobre mis hombros.

Su cálido olor masculino me atrapa.

Me acomodo sobre él, dejando volar mis pensamientos

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Me acomodo sobre él, dejando volar mis pensamientos.

Mi antiguo captor y yo acabábamos de cenar con mis padres. Como una familia normal.

Es tan absurdo que me cuesta creer que haya ocurrido. No sé qué me imaginé que pasaría cuando Paul accedió a traerme de visita, pero esto no, desde luego.

Creo que de cierto modo no quise pensar en qué pasaría en una situación como esta: mi secuestrador sentándose a cenar civilizadamente con mi familia.

Era como un muro construido por mi subconsciente para que no me preocupara. Cuando pensaba en volver a casa, me imaginaba a mí con mis padres... solo nosotros tres. Como si Paul estuviera en un segundo plano, como el recuerdo de otra vida más oscura.

Era una estupidez pensar así, claro. Paul nunca quiere quedarse en un segundo plano. Hace suya la situación en la que se encuentre, la somete a su antojo. Incluso ha tomado el control de mi relación con mis padres metiéndose en nuestra familia con sus propias reglas, sintiéndose cómodo donde otros se acobardarían.

Al parecer, es útil no tener conciencia.

—¿Cómo te encuentras, gatita mía?

Me doy cuenta que llevo callada los últimos minutos. Inclino la cabeza para mirarlo:

—Estoy bien —digo sin dejar de reparar en la presencia de Shishakli unos metros más allá—. Aún trato de digerirlo.

—Ah. —Paul me mira con una expresión adorable a la vez que afloja su brazo de mi hombro—. ¿Te refieres a lo que ha pasado?

—Y a la comida también, supongo. —Sonrío sin darme cuenta de la tontería que acabo de decir

—. Ha sido una buena cena.

—Sí, lo ha sido. —Incluso en la oscuridad del coche alcanzo a ver las sensuales comisuras de sus labios—. Tus padres han sido muy amables.

Asiento.

—Desde luego que sí. —Me pregunto si ellos han podido digerir una cena con el hombre que secuestró a su hija.

El criminal que ahora es su nuero y futuro padre de su nieto.

Suspirando, me vuelvo a acurrucar contra Paul y cierro los ojos. El absurdo de mi vida ha alcanzado cotas inimaginables.

TARDAMOS MENOS de veinte minutos en llegar a la adinerada comunidad de Ridden. Ya la conocía porque vivía en esta ciudad; la veía de pasada cuando íbamos a la reserva natural.

SECUESTRADA (Timotheé Chalamet y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora