CAPITULO 16

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LOS TRES MESES SIGUIENTES PASARON VOLANDO.

El hombre que parece necesitar mi amor y mi cuerpo.

No sé si me corresponde, ni tan siquiera si es capaz de enamorarse. ¿Cómo amar a una persona a la que has privado de libertad sin dudarlo?

Aun así, siento que tiene la obligación de cuidarme, de que esa obsesión por mí no es solo sexual. Está presente en la forma en que a veces me mira, en el modo en que intenta anticiparse a mis necesidades.

Siempre me trae mi comida favorita y los libros y la música que más me gustan. Si comento que necesito una crema para las manos, me la compra en el siguiente viaje. Me consiente casi como a una niña. Se enorgullece de mis cumplidos y halaga mis obras de arte, tanto que se lleva varias con él para colgarlas a donde vaya.

También me echa de menos cuando no estamos juntos. Lo sé porque me lo dice y porque cuando vuelve, se abalanza sobre mí como un hombre hambriento que acaba de salir de la cárcel.

Más que nada, eso me da esperanzas para que lo que siente por mí vaya más allá de ser un simple objeto de su posesión.

—¿Te ves con otras mujeres? ¿Fuera, en Caladan o Arrakis? — pregunto durante el desayuno, después de una noche en la que me ha hecho el amor tres veces seguidas.

La pregunta me ha estado reconcomiendo durante meses y ya no puedo aguantarme más. Mi secuestrador es maravilloso, tiene ese encanto peligroso a la vez que magnético que hace que decenas de mujeres se rindan a sus pies.

Me lo puedo imaginar durmiendo cada noche junto a una preciosidad; cuando lo pienso me entran ganas de apuñalar a alguien. Aunque tienda al sadomasoquismo, no tendría ningún problema en encontrar una compañera de cama; hay miles de mujeres que, al igual que yo, encuentran placer en el dolor erótico.

Me sonríe con cierta diversión oscura, no muestra ni una mínima gota de desconcierto por mi despliegue de celos.

—No, mi gatita —dice con suavidad.

Alarga el brazo y me toma la mano, acariciándome la muñeca con el pulgar.

—¿Por qué querría coger con otra persona si ya te tengo a ti?

No he estado con otra desde que te conocí.

—¿En serio?

No sé cómo encajarlo. Me sorprende. ¿Paul me ha sido fiel todo este tiempo?

Me mira, curva los labios y me sonríe de una manera irresistible y pecaminosa.

—Sí, cielo —responde.

En este momento, soy la mujer más feliz del mundo

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En este momento, soy la mujer más feliz del mundo.

Me encanta cuando me dice «cielo». Es una palabra muy común, lo sé, pero de algún modo, cuando sale de su boca, suena diferente, como si me acariciara con esa palabra.

SECUESTRADA (Timotheé Chalamet y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora