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Termino de abrochar la camisa blanca que he decidido ponerme para ir a ver al rubio creído, problemático e idiota con el que me ha tocado cruzarme.

Me miro al espejo y no quedo conforme por lo cual decido desabrochar tres botones de mi camisa, dejando a la vista mi tatuaje, sonrío y tomo mi bolso.

La llamada de mi amigo llega avisándome que está esperándome y no tardo en bajar.

Ayer hablé con él sobre lo que paso, le describí físicamente al chico y terminó mostrándome una foto de el "Hijo Harris", al parecer la empresa es de los Harris, Agus tuvo una reunión con ellos hace poco y entonces rápidamente pude conseguir la dirección de la empresa y todo eso.

Cuando Agus estaciona el auto, miro el lugar con los labios abiertos al ver lo grande que es el edificio y lo magnifico que es esto. Definitivamente la persona que diseñó el espacio y decoración de esto se merece millones de dólares.

—Bien, tienes que comportarte.

Lo miro con indignación.

—Sabes que te quiero, pero a veces eres un poquito... —lo miro mal—, solo un poquito directa.

Asiento.

—Bien, carajo creo que no quiero entrar.

—Ya estás aquí, sal y ciérrale la boca.

Me despido de mi amigo y entro a la empresa con mi bolso y el sobre entre mis manos, camino con mirada seria, siento que eso me hace sentir empoderada y me detengo en donde la recepcionista que me mira con una sonrisa.

—Buenos días —sonrío educadamente—, busco a el señor Harris.

—Buenos días, deme un segundo por favor —habla por el teléfono antes de asentir y mirarme—. Puede subir, piso ocho. El ascensor te lleva de frente a la oficina.

—Gracias —subo al ascensor y marco el piso ocho, que es el último.

Jugueteo con mis dedos con nerviosismo mientras miro la pantallita que me avisa que faltan tres pisos para llegar.

Cuando el ascensor se detiene suspiro cuando se abren las puertas y descubren al rubio sentado en su escritorio, mirándome seriamente mientras doy dos pasos dentro de la oficina, tiene un vaso de algo que parece whisky entre sus manos.

Mira su reloj y entorno los ojos disimuladamente.

—Son las once y dos.

—Un minuto mientras la recepcionista te llamaba y un minuto mientras el ascensor subía —sonrío sarcásticamente.

—Toma asiento —ordena, lo hago mientras abro el sobre que tengo entre mis manos.

—¿Necesita revisar los documentos antes? —pregunto.

Asiente tomando las hojas que le extiendo, pasa hoja por hoja, leyendo y frunciendo el ceño.

Mis ojos curiosos no pueden detenerse y pasan desde el gran ventanal que hay detrás de él, que muestra la ciudad entera, hasta su escritorio.

Es un hombre ordenado, muy ordenado. Cada cosa que hay está en un orden por uso y forma. La placa de su nombre es negra, y las letras, las letras son...

Paso saliva al leer el nombre.

Jayden Harris.

Alzo mi vista rápidamente al rubio, detallando su cabello rubio, la camisa que lleva puesta esta remangada y deja a la vista algunos tatuajes.

No se quiso quitar la camisa, los tatuajes son muy reconocibles.

Él me mira confundido mientras su mirada va bajando hasta detenerse en mi escote, en mi tatuaje.

Quizás algún díaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora