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Mientras subimos al auto se me hace un poco extraño estar sin bragas, durante la cena intente no moverme mucho para no tener la sensación de que falta algo, pero no es incómodo ni nada malo, solo raro.

—¿Puedo poner música? —pregunto mientras pone el auto en marcha.

Asiente y enciendo la mini pantalla en la cual se reproduce la música. Pongo la opción de "Aleatorio" y se comienza a reproducir Dile al amor de Aventura.

Me recuesto en el asiento mientras dejo que la melodía del inicio me relaje.

Cupido no te entiendo

Alardeas de ejemplo

De juntar corazones un experto en conexión

Susurro la letra de la canción mientras miro el camino por el que vamos.

Pues dile al amor que no toque mi puerta

Que yo no estoy en casa

Que no vuelva mañana

A mi corazón ya le han fallado en ocasiones

Me fui de vacaciones

Lejos de los amores

Vaya, por favor dejen de crear canciones respecto a mi vida amorosa.

Una sonrisa divertida se desplaza por mis labios por mi propio pensamiento, pero esta se pierde rápidamente al ver que no estamos yendo hacia mi apartamento.

—Este no es el camino —digo mientras miro al rubio.

—Lo sé.

—¿Lo sabes?

—Vamos a mi casa.

—Oh bueno —asiento lentamente sin decir más.

No me parece una mala idea, por el otro lado lo que si pienso que fue una mala idea fue ponerme los tacones que ahora llevo.

Los pies me duelen tanto, joder, los tacones que he llevado toda lo noche son muy altos y pensé que estaba acostumbrada a llevarlos, pero claramente no, los que utilizo para el trabajo nos son tan altos como estos y es por eso que no duelen tanto, igualmente no los dejaré de utilizar.

Cuando llegamos, estaciona el auto y ambos bajamos, no tardamos en subir a su apartamento. Camino un poco tímida por el lugar sin saber qué hacer.

—¿Quieres algo de comer? —pregunta el rubio mirándome.

Me encojo de hombros.

—Está bien.

—¿Dulce o salado?

—Lo que sea está bien —le sonrío.

Asiente perdiéndose en la cocina, me quedo parada en el lugar esperando que vuelva, cuando regresa de la cocina lo hace con el ceño fruncido y sin nada en las manos.

—Venga, vayamos a mi habitación.

Asiento siguiéndolo, cuando cruzamos el pasillo y abre la puerta me sorprendo al ver lo grande que es la habitación, las paredes blancas, los adornos negros y grises le dan el toque.

—No te quedes ahí, ven aquí —me extiende su mano haciendo que me acerque a él que ya está sentado en la cama y quede entre sus piernas, quedando más alta que él.

Muerdo levemente mi labio mirándolo, no sé qué hacer.

No es necesario que piense más porque su mano sube a mi rostro y me acerca a sus labios que hacen contacto con los míos, los comienza a mover lentamente haciendo que siga su ritmo, cuando la cosa esta por subir de nivel e intensidad se detiene.

Quizás algún díaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora