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—Te he extrañado tanto —murmura entre besos.

Me atrapa entre sus brazos, levantándome y caminando hacia no sé donde sin despegar sus labios de los míos.

Siento mi cuerpo caer en una cama suave mientras Jayden se separa lentamente para mirarme a los ojos.

—Joder castaña, te amo mucho.

—¿Por qué me has traído aquí? —pregunto con una sonrisita divertida viendo alrededor dándome cuenta que es su habitación.  

—Porque quiero que duermas conmigo hoy.

Niego ocultando mi risa.

—No —me hago la seria.

—¿Qué? —se le contrae la expresión de alegría y me mira como si no entendiera.

—Que no, no dormiré contigo.

—Castaña, pero creí- creí que... —su cara de preocupación y su tartamudeo me mata, no logro aguantar la risa y suelto una carcajada tapándome el rostro—. Heather —se queja dejándose caer a mi lado de la cama.

—¡Era una broma! —protesto cuando se gira dándome la espalda, no responde así que golpeo su espalda— ¡Jayden!

Suspiro.

—Bueno, entonces supongo que mi querido conjunto de len...

—Se me pasó el enojo —voltea de inmediato dándome una sonrisa inocente.

—Sigues siendo un imbécil.

—A ver, lo lamento pero ¿Cómo resistirme?

—Solo para que no te ilusiones, no tengo lencería puesta, idiota.

—Vale ¿Ya comenzamos con los insultos?

Entorno los ojos y pasa su brazo por mi abdomen, abrazándome.

—Extrañamente siento deseo, pero no quiero que hagamos el amor hoy.

—¿Hagamos el amor? —pregunto— ¿Desde cuando dices "hacer el amor"?

—Desde que lo hago contigo y solo si es contigo.

—Que romántico te has vuelto —canturreo sentándome a horcajadas sobre él y besando sus labios—. Si quieres hoy solo podemos dormir, juntos.

Asiente.

—Si quiero —me abraza cuando pego mi cabeza a su pecho—. Por cierto, mira —se estira hasta alcanzar algo que está sobre su mesa de noche—, toma.

Acepto lo que me ofrece y mis manos tiemblan al notar que es el anillo de compromiso con el que me pidió matrimonio tres años atrás y que dejé en su oficina el día que rompimos.

—Jayden... —murmuro observándolo—, no-no puedo...

—Es tuyo Heather, siempre lo ha sido y siempre lo será. Aunque debería de darte otro, ese ya no vale, fue del primer compromiso que nunca concluyó, tengo que darte otro si quiero que haya un compromiso nuevo y...

—Wow, wow, Jayden relájate —digo con los ojos muy abiertos—. Estás hablando de compromiso.

—Pero es lo que quiero contigo.

—Y lo sé, pero... vas muy rápido, acabamos de reconciliarnos.

—Bueno tienes razón, pero ¿Cuánto puedo esperar? ¿Una semana? ¿Dos? Creo que es mucho...

Choco mis labios con los suyos, besándolo para que se calle.

—Hay que descansar —digo poco después y ambos nos acomodamos en la cama, quito lo que llevo encima, quedando en ropa interior— ¿Me puedes dar tu camisa, por favor? —pregunto.

Quizás algún díaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora