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—Entonces nos encantaría que el logo esté lleno de colores pastel, que sean claros pero que a la vez se visualicen, no de una manera escandalosa pero sí algo llamativo.

—Entiendo —asiento apuntando en mi portátil todo lo que me indica el hombre que es el dueño de la empresa que le comenté a Jayden hoy en la mañana—, te recomendaría que quitemos a la sombra del niño, ya que si agregamos tantos recursos fotográficos quedará muy recargada, y es justo lo que no queremos —digo señalando mi pantalla y mostrando el borrador que él había hecho para indicarme un modelo de lo que quería.

—Claro, está bien —sonríe el pelinegro en mi dirección, le devuelvo la sonrisa de manera amable mientras el rubio está en frente mío mirándonos con los labios apretados, lo miro con confusión y no dice ni hace nada así que me encojo de hombros y sigo con mi trabajo—, tengo que irme, de verdad me gustaría seguir con la reunión, pero tengo otra y...

—No se preocupe, podemos vernos en otra reunión. Usted se puede comunicar con...

—No me trates de usted —frunce el ceño—, no soy tan mayor, solo tengo 24 años así que puedes tutearme ¿Te gustaría tomar un café mañana para terminar los detalles?

—Eh bueno...

—Mañana tiene una reunión, así que no. Comunícate conmigo si quieres reservar otra reunión con la señorita Levine, nos vamos —muerdo mi mejilla interior intentando no explotar ¿Qué le pasa? Se supone que estoy trabajando.

—Mañana en una cafetería está bien —digo yo mirando al chico de cabello negro—, ya tienes mi contacto me informas en qué lugar y a qué hora, nos vemos ahí —sonrío con amabilidad antes de tomar mis cosas y salir del lugar dejando a Jayden ahí parado con la mandíbula apretada.

Camino a toda velocidad fuera del lugar intentando controlarme porque lo único que quiere es gritarle, estoy trabajando y es parte de mi trabajo tener esas reuniones donde podamos coordinar mejor el desarrollo del proceso creativo, pero al parecer él no nota eso.

—¡Heather! —volteo mi rostro para ver al rubio caminando hacia donde estoy.

—¿Qué quieres? —mascullo de mala gana.

—¿Qué pasa?

—No quiero hablar aquí.

—Vamos a la oficina —no digo que no porque realmente hace mucho sol y no quiero caminar así que subimos a su auto y comienza a conducir— ¿Puedes decir que te pasa?

—¿Qué te pasa a ti? —pregunto mirándolo intentando tranquilizarme— No sé si sabes, pero ese es mi trabajo, reunirme con los clientes para el proceso y realmente me parece una completa falta de respeto que intentes decidir sobre mi proceso, eres mi jefe, pero eso no te da derecho porque estoy laborando en mi puesto.

—Soy tu superior en el trabajo.

—Si ese es tu concepto de jefe o superior déjame decirte que estás muy equivocado —mascullo cruzando mis brazos volteando mi cabeza para no mirarlo.

—Yo decido sobre con quien trabajamos o no —estaciona el auto a un lado de la calle.

—¿Entonces qué? ¿Cancelarás el trabajo con alguien tan importante solo por un capricho? —exploto al entender que está intentando decir.

—No es ningún capricho.

—¡Claro que lo es! ¿Qué más seria?

—Nada Heather —abre la puerta bajando del auto.

—Estamos hablando —digo cuando pasa sus manos por el rostro dejando sola.

Entra a la empresa y bufo frustrada sintiendo ganas de llorar de rabia y estrés.

Quizás algún díaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora