𝐕 𝐄 𝐈 𝐍 𝐓 𝐈 𝐒 𝐄 𝐈 𝐒

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Uno de noviembre 2009
Hellwood


La música seguía resonando en su cabeza para cuando esos dos gandules lo habían tirado al asfalto echándolo de la discoteca. Estaba tan borracho y drogado de alguna sustancia que no recuerda, que perdió el equilibrio nuevamente cuando quiso levantarse mientras balbuceaba cosas sin sentido.

Su supuesto amigo, Jooyeon, con el que se había criado y habían ido juntos a la universidad, se encontraba tras los dos guardias y le dijo:

— ¡Estás mal, Hyunjin, necesitas un puto psicólogo y más te vale que me devuelvas mi maldito dinero o te romperé las piernas!

No recuerda bien por qué se habían peleado a golpes allí dentro, pero seguramente Jooyeon le hubiera reclamado el —mucho— dinero que le prestó supuestamente para pagar la matrícula de la universidad, cosa que se había gastado en drogas y alcohol y eso lo sabía su amigo. ¿Pero por qué era a él a quien echaban del lugar? Ah, sí, por ir hasta las cejas de sustancias ilegales, buscando alguna sensación que le devolviera las ganas de vivir.

— Tú eres un desgraciado, ¡tú no eres un amigo! —exclamó acusándolo y siendo retenido por los guardias.

— ¡Yo hice lo que tenía que hacer, eres tú el que no cambia, maldita sea!

Hyunjin rió con sorna— Sólo piensas en el puto dinero.

— Qué te jodan, Hwang.

Lee volvió al interior y los seguratas le gritaron nuevamente que se fuera y no volviera jamás. No era la primera vez que formaba escándalo en esa discoteca de Hellwood, donde nació, y ya lo tenían fichado.

— Se pueden ir todos a la mierda, por mí pueden morirse todos —dijo mientras se iba.

Hyunjin estaba en segundo de carrera y no sería mentira decir que no sabía qué estaba estudiando exactamente. Podría decirse que iba a clase una vez al mes y era para echar una cabezada. Por lo general siempre salía de fiesta en las noches y dormía por el día, se drogaba con unos compañeros y al día siguiente no recordaba nada de lo que había hecho. Para justificarse, lo hace para buscar una sensación que le devuelva las ganas de vivir, porque no puede sentir nada.

Esa misma mañana recibió un correo de la universidad en el que denegaban su admisión al nuevo curso cerrado a discusión por la falta de asistencia injustificada el pasado año y lo poco que llevaban de este. Además, la residencia también lo había expulsado por escándalo y por llegar a horas inusuales y no permitidas en la institución.

En resumen, Hwang Hyunjin no tenía donde caerse muerto. Sus padres se mudaron sin decirle nada a su primogénito e hijo único porque no dejaba de darles problemas (económicos, sobretodo) y por eso mismo no sabía dónde estaban, cambiaron de número y desaparecieron de su vida.

Incluso Jooyeon, el único amigo al que consideraba cercano, le acabó dando la espalda.

Seguía bebiendo de una botella de alcohol robada cuando salía de la ciudad. No sabía a donde iba, su mente en ninguna parte y sus piernas moviéndose solas hacia cualquier parte.

Casi lo atropella un coche por estar tambaleándose en el arcén de la carretera, pero por suerte este lo esquivó a tiempo, pitandole en el acto.

— ¡Aparta, imbécil! —le gritó bajando la ventanilla y sacudiendo su brazo con desdén.

— ¡Que te follen a ti también! —Hyunjin no estaba muy cuerdo cuando le tiró la botella y justo esta reventó en el capó del coche.

Este coche paró a un lado de la carretera y el conductor salió furioso dispuesto a golpear a Hyunjin, así que no le quedó otra que adentrarse al bosque a su izquierda y correr tanto como su ebriedad le permita.

Por suerte lo perdió de vista y, al parecer, su atacante se rindió y regresó por el mismo camino. Pero Hyunjin seguía caminando hacia ninguna parte hasta que llegó al río.

Pensó que refrescarse la cara sería bueno para aclarar que iba a hacer con su vida de aquí en adelante. Así que se puso de cuclillas y extendió los brazos al agua que corría veloz hacia abajo.

Y perdió el equilibrio. Y podría haber muerto ahogado y llevado por la corriente de no ser por unos brazos que lo cogieron antes de caer. Después, ante la seguridad que sentía, se quedó dormido.

La próxima vez que despertó estaba en una cama que no lograba reconocer y lo primero que pensó es que se había acostado con alguien y no recordaba quien, como siempre y por eso no tenía ropa. Por eso tenía una cadena atada al tobillo derecho que conectaba con la pata derecha de la cama, quizá era un masoquista de esos. Pero quitó ese pensamiento de la cabeza cuando vio lo sucio que era el zulo en el que estaba. Todo era de madera y la ventana estaba tapiada con tablones de madera. Al colchón se le notaban los muelles y estaba sucio y viejo.

Tan pronto como despertó, entró un niño de unos trece o catorce años con un balde lleno de agua.

— ¿Quién eres, niño? Trae a tu padre a que me desate, anda —le dijo con altanería, pensando que era el hijo con el que se había acostado. No era la primera vez que tenía relaciones con padres de familia, de algún lado tenía que salir el dinero para las drogas, no siempre se lo iba a robar a sus padres o a su amigo.

Sin embargo, ese chico con mejillas rellenas le tiró el balde de agua fría encima. Estaba helada y, por ende, él también.

— ¿¡Pero qué mierda te pasa, mocoso!? —gritó levantándose y agarrándole de la camiseta, levantándolo del suelo.

Más ese niño mordió su antebrazo con tanta fuerza que le arrancó la piel y parte del músculo. Hyunjin gritó y lo soltó, mareandose al ver tanta sangre.

Sin decir nada sale corriendo y, al rato, entra un chico más mayor, casi de su edad. Está sereno y tiene un porte algo tenebroso, su cabello es morado y rizado.

— Tu hijo... o tu hermano, lo que sea, ¡me ha mordido el puto brazo! ¡Desatame ya, idiota!

Con parsimonia se agachó a su altura y agarró su brazo. Lamió la sangre que escurría del brazo bajo la atenta mirada de Hyunjin, que pasó de asco a una de excitación en cuestión de segundos. El peli morado se veía tan tranquilo haciéndolo, que Hwang lo encontró emocionante.

— Tú eres mi nueva presa, gatito.

Quizá era esa la sensación que estaba buscando Hyunjin.











𝐂𝐀𝐍𝐍𝐈𝐁𝐀𝐋 ━━ 𝐒𝐊𝐙Donde viven las historias. Descúbrelo ahora