𝐂 𝐔 𝐀 𝐑 𝐄 𝐍 𝐓 𝐀

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Diez de febrero 1998
Prayville


Algo andaba mal. Él lo sabía. Y no lo dedujo porque su joven madre lo estuviera prácticamente arrastrando del brazo mientras caminaba deprisa y ansiosa, sino porque hacía días que ella se escondía de su marido. No sabía a donde estaban yendo exactamente, pero él no conocía esos lugares.

Habían estado en una pequeña cabaña por la que tuvieron que caminar horas y horas hasta llegar a ella en mitad del bosque. Su madre le pidió que no se alejara demasiado porque era fácil perderse. Ahora volvían a huir hacia otra parte, pero ni siquiera Minju sabía a donde se dirigían.

— Mamá —bramó el pequeño tropezando con el suelo desnivelado.

— Vamos, camina más rápido.

— No puedo. Mamá.

— Vamos, un poco más.

— Mamá.

— ¿¡Qué!? —gritó exasperada, girándose y asustando al niño, a quien le empezó a temblar el labio reprimiendo un fuerte llanto. Al verlo en ese estado, se obligó a parar un poco y agacharse a su altura— Lo siento, cariño, he estado un poco nerviosa las últimas semanas. Perdóname, sabes que no me gusta hablarte así —limpió las lágrimas de su hijo con sus pulgares—. ¿Quieres que te lleve a caballo?

Él asintió, subiéndose en la espalda de su madre y disfrutando de su agradable olor. No usaba colonias ni perfumes, era su esencia natural y eso le encantaba. Tampoco es como si pudieran permitirse comprar ese tipo de cosas. Su madre solo tenía veintitrés años y ha estado trabajando mucho para poder mantenerlos a ambos. No obstante, Minju se casó hace seis meses con un hombre que le doblaba la edad, pero que se había ganado la confianza de su hijo. Lo que no entendía es por qué se estaban alejando de él.

— ¿Y papá?

— Ese hombre no es tu padre —dijo seriamente.

Eso era confuso para un crío de ocho años. Hace relativamente poco le estaban forzando a pensar que era su padre, tratarlo y llamarlo como tal. Y Jungsoo hizo lo apropiado, lo que haría un padre. Aunque nunca podría compararlo con otra figura paterna ya que jamás conoció a su padre biológico.

— Pero él-

— Pero nada. Él es una mala persona, que te entre eso en la cabeza. Y nunca más volveremos a hablar de Jungsoo, ¿queda claro?

Soltó un balbuceo afirmativo y, poco después, se durmió sobre el hombro de su madre.

Cuando despertó, estaba en un mullido y antiguo colchón que no conocía. Estaba en un pequeño departamento de no más de diez metros cuadrados. La cocina y la cama en la que estaba tumbado estaban prácticamente al lado. Habían dos puertas, una conducía al baño y la otra supuso que era la calle.

Se escuchaba tráfico a través de la ventana, pero no le dió demasiada importancia hasta que su madre lo llamó.

— ¿Vamos a comer? —le preguntó con una sonrisa— He hecho huevos revueltos con verduras salteadas.

Saltó de la cama con entusiasmo yendo a sentarse en la mesa que estaba pegada al cuarto de baño. Su madre lo conocía bien puesto que era su plato preferido.

Ella simplemente se sentó a su lado observándole comer.

— ¿Y tú?

— No tengo hambre —dijo ella, aunque no le creyó.

Admiraba a su madre. Ella era muy amable con todo el mundo y era amante de los animales. Él nunca en su vida había probado la carne gracias a ella. Es vegetariana, así que le inculcó los mismos valores a su hijo. Siempre ha tenido en mente que son seres vivos, como los humanos, tienen sentimientos y sufren como todos. Que son los seres más puros del planeta y hay que protegerlos. Y ambos vivían felices siendo así.

Sabía que Minju y Jungsoo tenían discusiones porque él era un buen amante de la carne. Nunca, pero nunca faltaba un buen plato de carne a la hora de la cena. Y no peleaban porque Minju quisiera imponerle su opinión, claro que no, sino porque Jungsoo quería que su hijo la probara y ella se negaba.

No sabía cómo ese par podría estar casados si eran tan diferentes. Tanto en carácter como en ideología. Pero bueno, supuso que el amor era así (y que Jungsoo no podría encontrar a otra buena mujer como lo era su madre, además de joven).

Los días pasaron y el pequeño empezó a ir a una nueva escuela otra vez. Llegó al departamento antiguo en el que residían y de primera mano su madre estaba discutiendo con el casero, diciéndole algo de que tenían dos días para pagarle el mes completo y luego se marchó enfadado.

Comió con su madre al frente, contándole como le había ido el día hasta que, de pronto, alguien comenzó a aporrear la puerta. Madre e hijo se asustaron y ella fue a ver quién era.

Jungsoo entró aparentemente enfadado y Minju quiso echarle. Y comenzaron a discutir.

— ¡Lárgate! ¡Lo que haces es inhumano! ¿Cómo has podido hacerle eso a Soobin, escoria?

— No me hables así —dijo él entre dientes, cogiéndola de la mandíbula con una mano.

El menor se asustó, levantándose del asiento.

— No me hagas nada delante del niño, por favor —pidió ella en un susurro.

Kim entonces le miró y soltó a su madre— ¿Cómo estás, niño? —preguntó con una sonrisa.

Él no contestó, preocupado por el estado de su progenitora.

— ¿Por qué no vas a jugar con los chicos del barrio? —le sugirió Minju con una sonrisa tranquilizadora.

— No me apetece ahora, mamá.

— Ves. Jung y yo tenemos que hablar, cielo —al ver qué su hijo no se movía, siguió—. Por favor.

— Vuelve por la noche y tu madre y yo habremos arreglado nuestros problemas. Venga.

Salió de su morada, no muy convencido de ello. Los pocos amigos (conocidos) que había hecho en el barrio se reunían todos en la cancha de baloncesto pública que usaban todos. Allí se entretuvo con ellos jugando un partido, nefasto porque de su cabeza no salía la preocupación que tenía por su madre.

Cuando regresó, Jungsoo estaba cocinando algo de carne en la pequeña cocina, pero no vio a su madre por ninguna parte. La puerta del baño estaba abierta y la luz apagada. Le sorprendió que la cómoda estuviera pegada a la parte de abajo del frigorífico, es decir, el congelador, pero no dijo nada.

— ¿Y mamá?

— Tengo malas noticias, hijo.

— ¿Cuáles?

— Siéntate a cenar conmigo —llevaba dos platos en la mano, uno de ellos lo dejó frente a él. Era un trozo fino de carne a la plancha—. Tu madre... —suspiró—. Hemos estado hablando y, sinceramente, me ha dicho que no podía más. Necesita despejarse y bueno, ya sabes, es joven y quiere vivir la vida. Tal vez ahora no lo comprendas, no es su culpa, ni la tuya.

— ¿Qué? —no le estaba entendiendo.

— Se ha ido a otro lugar y yo me voy a hacer cargo de ti. Quizá no te quería lo suficiente, no lo sabremos, pero yo te querré como si fueras mi hijo.

Estaba llorando, pero no se mostraría más dolido de la cuenta. Ahora que no estaba su madre, debía ser más fuerte.

— Así que ahora que estás bajo mi responsabilidad, son mis normas. Come.

El niño empezó a comer. No quiso preguntar qué tipo de carne era porque sabía que empezaría a llorar sin control.

Minho tenía ocho años, pero no era idiota. Sabía que se estaba comiendo a su madre.






¿Que opinan de Minho ahora?
Btw, ¿les gusta la nueva portada?
Al final me he cansado de esperar a que los bc abran sus tandas así que la he hecho yo :)

𝐂𝐀𝐍𝐍𝐈𝐁𝐀𝐋 ━━ 𝐒𝐊𝐙Donde viven las historias. Descúbrelo ahora