𝐂 𝐔 𝐀 𝐑 𝐄 𝐍 𝐓 𝐀 𝐘 𝐒 𝐈 𝐄 𝐓 𝐄

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Veintinueve de junio 2020
Lugar desconocido


Jeongin lleva encerrado en su antigua habitación seis noches. Minho no le dió explicaciones del por qué, pero le dijo muy emocionado que tendría un regalo para él cuando volviera a buscarlo.

No había comido nada y Jeongin se estaba volviendo loco. La puerta de madera tenía múltiples arañazos causados por él mismo. Al segundo día intentó llamar a Minho, los había escuchado merodeando por la casa, pero nunca le abrían la puerta. Al tercer día comenzó a gritar y exigir un plato de comida. Al cuarto lloró pensando que le estaba abandonando y dejándole morir. Al quinto estaba furioso.

Minho tuvo que sujetarle las manos cuando abrió la puerta, y sonrió al ver los ojos rojos y la mandíbula apretada de su presa dispuesto a atacarlo. Eso era justo lo que estaba buscando; al monstruo.

— Comida —gruñó salivando encima del peli morado. Este siseó asintiendo con la cabeza.

— Te dije que tendría una sorpresa para ti —dijo Minho—. La espera habrá valido la pena, ya verás —agarró su mano y lo arrastró fuera de la habitación, guiándolo por el pasillo.

Su mano estaba aferrándose fuertemente a la de Yang por propia seguridad. Ya había intentado atacarle antes y debía cerciorarse de que no saltaría sobre su espalda.

Lo escuchaba gruñir levemente. O quizá era su estómago, no lo podía saber con seguridad. Salieron al bosque y se quedaron en el porche. Minho lo guió hasta estar frente a él y se aferró a su torso como abrazándolo por detrás, pero la verdad es que solo lo estaba sujetando por el momento.

Los ojos de Jeongin se movían rápidamente por el lugar. Los otros tres caníbales estaban ahí, pero había una cuarta persona más de la cual desconocía. Estaba a los pies de Jisung, arrodillado. Era un chico joven, pequeño, unos quince años como mucho. Desnutrido y de cabello largo. Solo tenía ropa interior. Le faltaba uno de los brazos y tenía el muslo derecho cortado, viéndose así el hueso.

— ¿Lo ves? —susurró Minho en su oído— Es tuyo, zorrito —se refería al muchacho—. Te lo regalo, yo ya no lo quiero. Puedes hacer con él lo que desees.

— ¿Lo que quiera? —sus pupilas se habían dilatado, viendo los lugares con carne todavía.

— Lo que quieras.

Minho lo soltó y corrió veloz hasta el chico. Jisung se apartó y el otro mostró miedo en sus ojos. Intentó levantarse pero no dió unos pasos hasta que Jeongin se abalanzó sobre él.

Jeongin, entonces, le mordió el cuello con tanta fuerza que le arrancó el músculo hasta llegar a la carótida. El chico finalmente murió desangrado minutos después mientras estaba siendo comido vivo. Jeongin no estaba en sí. No estaba pensando con claridad. Y había matado a una persona por primera vez.

Changbin lo estaba viendo queriendo apartar la mirada de esa horripilante escena. Pero supo que no podía esperar más para escapar.




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