Capítulo 27.
"Siento como el aire frío de la noche que amenaza con cubrir el cielo acaricia mi cara, me hace que cierre los ojos para imaginar que estoy lejos de aquí, muy lejos.
Por unos instantes juego a creer que no estoy sentada en el césped de la casa en la que me siento prisionera.
Estoy a miles de kilómetros de aquí, en alguna playa donde nadie me conozca, donde las marcas de mi cara no tengan que estar tapadas con maquillaje, donde mi cuerpo deja de encogerse al sentir casi cualquier ruido.Un suspiro se escapa de mis labios y me obligo a volver a la realidad, a mi mundo.
Una sonrisa aparece delante de mí, y me hace imitarla tímidamente. Son sus ojos verdes los que me hacen querer escapar de aquí, los que me hacen seguir queriendo resistir y no abandonarme a alguna de las palizas que me da su mejor amigo, que cada vez son más habituales.
Cada vez me quita un poco más de luz, un poco más de brillo. Cada día siento menos ganas e intención por seguir respirando.-Hace frío aquí. -Su cuerpo está agachado frente a mí, con sus piernas flexionadas para mirarme más de cerca. Me incorporo, quedando así más cerca de él, queriendo sentirme un poco segura.-
-Estoy bien.No lo estoy y sé que lo sabe, porque Hugo puede leer mi estado de ánimo y mis palabras no llegan a estar reflejadas en mis ojos.
Es mi mejor amigo, la forma en la que nos entendemos, la complicidad en cada mirada, nos hace serlo. Y también es el verdadero chico que crea mariposas en mi estómago.
Puede ser tan bonito serlo todo con él que es casi imposible que suceda.Yo no puedo salir de este pozo en el que cada vez me hundo más, en estas arenas movedizas que me engullen y asfixian.
Y él no puede ser quien me salve, porque no sabe que tiene que hacerlo, tampoco puedo pedírselo.
Por más que quiera no puedo gritarle que Gabriel me maltrata, que me saque de aquí, que me lleve lejos, porque yo soy el hilo que mantiene a flote todo.
Si me voy, mis padres caen.
Si desaparezco, todo se viene abajo.
Y no puedo hacerles eso, al fin y al cabo yo ya me he resignado a ser ese daño colateral con el que toda la gente aparta la mirada para no querer ser consciente de que está ahí.
El mundo sigue rodando, aunque yo me haya tropezado y no sea capaz de levantarme del suelo.Sus brazos me rodean y calientan la piel bajo la tela de algodón del jersey que llevo puesto.
Me dejo abrazar, me dejo hacer y deshacerme entre sus brazos, con mi cabeza apoyada en su pecho.-Estás muy guapa. -Me sonríe y siento el impulso de inclinarme para besarlo, probar sus labios por primera vez, no soltarlos nunca. Pero simplemente me sonrojo y quiero apartar mi cara para que no vea como mis mejillas se tornan de un color rojo que me avergüenza.-
-Idiota.
-¿Por qué te sonrojas? Te lo digo siempre.Deja escapar una carcajada después de morderse el labio.
Me obligo a no mirarlo, no puedo hacerlo sin que mis sentimientos se puedan ver, sin que salgan a flote y no pueda ocultar que me gusta, que me gusta demasiado y no he podido hacer nada por evitarlo.Me echo hacia atrás en el césped, tocando mi espalda en el suelo, tratando de poner distancia entre los dos, aunque es en vano porque siento su pecho chocar con el mío. Su peso aguantado por su brazo y como retira el pelo de mi cara con la otra mano.
Siento sus piernas buscando un hueco entre las mías, intentando no dejar ni una parte de mi cuerpo sin tocar una suya.El cielo está oscuro, casi completamente oscuro pero la luz es suficiente para verlo a él, debatiendo si esto está bien o no.
¿Por qué no debería estarlo cuando me hace sentir millones de mariposas por todo el cuerpo y se siente increíblemente bien?
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Frenesí
FanfictionFrenesí. La vida a veces puede resumirse en un combate de boxeo, separarse en ronunds que ganas y pierdes, hasta que llegas al final, sin sufrir un ko. Y esperas a ver si has ganado por puntos. Hay unos más fáciles, otros más difíciles, pero de tod...