Capítulo 36.

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Capítulo 36.

Marzo, 2028.

24 de Marzo, Viernes.

"Acaricio la espalda desnuda de Hugo, me encanta pasar los dedos por todos sus lunares y acompañarlos de besos. Sonrío cuando un escalofrío lo recorre y se sacude levemente bajo mi cuerpo.
Quisiera que estos momentos durasen para siempre, los dos relajados, tranquilos, descubriendo cada marca y cicatriz que nos envuelven.

Sin embargo no puedo apartar de mi cabeza las llamadas que he escuchado suyas, donde le decían el día y la hora en la que tendría lugar uno de esas peleas ilegales en las que antes estaba metido casi todos los fines de semana.
La conversación con Fede no ha traído nada bueno, esa visita fue un punto en medio de nuestra ansiada calma.
Juato después del ataque con la pistola, Hugo va a un lugar que no es seguro.
Y lo que es peor, me dijo que no iría pero sé que lo hará, cuando algo se le mete en la cabeza no hay forma humana de poder sacárselo.

-¿Qué te pasa? -Gira su cuerpo y yo me incorporo un poco para después dejar caer mi cabeza sobre su pecho. No me he dado cuenta pero mis caricias habían cesado.-
-Nada. -Trato de sonreírle, de que se lo crea pero su ceño fruncido me hace saber que no lo he logrado.-
-Eva...
-No quiero que vayas a esa pelea. Dijimos que nada más que nos pusiera en peligro, Hugo. -Suspira, se mueve y rompe el contacto entre los dos, apoyando su espalda en el cabecero de la cama, mirándome con una súplica en sus ojos que quiero ignorar.-
-Ya lo hemos hablado, no voy a ir.
-No te creo.
-Pues hazlo. -Retira las sábanas de su cuerpo y sale del colchón. Soy yo quien se tapa ahora con la colcha, como si esa tela me diese algo de valor para no acabar la conversación aquí.-
-Sé que lo harás. -Me mira mientras recoge su ropa interior del suelo y se la pone.- Y no hace falta, si necesitas dinero yo tengo.
-No quiero tu dinero, Eva. -Miro al colchón, no es mío, o en realidad sí pero nunca lo he considerado de esa forma.-
-Es de Gabriel, de todos los negocios que me dejó y siguieron su curso sin yo hacer nada, del seguro por los daños que sufrieron varias propiedades hace un tiempo y...
-No.

El sonido de la puerta al cerrarse hace que el silencio me envuelva.
Hugo se ha ido casi sin escucharme.
Yo misma me juré que no iba a tocar ese dinero, que nunca cogería ni un céntimo que tuviese algo que ver con ese miserable, que no quería nada que viniese de él, directa o indirectamente.

El día que salí corriendo de la casa en la que los dos vivíamos me prometí que aunque me muriese en mitad de la calle, no volvería a él, a nada suyo.
El precio a pagar por todas esas comodidades era demasiado grande.

Escucho como se cierra la puerta de la casa y sé que ha aprovechado esta pequeña discusión para irse a esas peleas pensando que no voy a darme cuenta.
Quizá lo tenía todo planeado y yo le he dado la razón perfecta para hacerse el enfadado y poder irse tranquilamente.

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