Capítulo 30.

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Capítulo 30.

Febrero, 2028.

Me doy la vuelta de la cama, suspirando y queriendo volver a dormir. Apenas pude cerrar losbojos más de diez minutos seguidos desde que colgué la llamada con Eva la noche anterior.
No estaba en mis planes que ella quisiera regresar, tampoco que tuviera que alejarla de mi lado cuando solo quiero encadenarla a mí para no sentir más que está lejos.

Mi teléfono vibra y lo miro, alzando el cuello antes de esconder la cabeza debajo de la almohada.
No quiero más mensajes, sé lo que tengo que hacer, aunque me cueste solo el hecho de pensarlo.

-¿Hugo? -Unos golpes en la puerta me hace girar la cabeza para ver como Rúa entra y enciende la luz. Parece nerviosa, mira a todos los rincones de mi habitación y va directa hasta la estantería que está repleta de cuadros y libros. Frunzo el ceño porque no entiendo que se coloque ahí para mirarme, para hablar y frote sus manos nerviosa.-
-¿Qué estás haciendo? -Con su mano sobre sus labios me indica que me mantenga callado, y a mí me extraña aún más su comportamiento.-
-Ayúdame, por fa. Quiero coger ese libro de ahí.

Señala hacia arriba de su cabeza, concretamente hacia uno de los libros que compré en un mercadillo simplemente para que fuesen parte se la decoración, ya que nunca los he llegado a abrir y no tengo intención de hacerlo.
Quedan bien ahí, en la estantería, son gruesos y ocupan el espacio perfecto para que todo lo demás encaje a la perfección.
Me levanto suspirando, mis pies tocan el frío suelo y maldigo por lo bajo a la chica que me sonríe nerviosa.
Alzo el brazo para coger el libro y siento como la mano de Rúa agarra mi codo, haciendo que golpee sin pretenderlo en el borde la estantería y caiga al suelo abriéndose casi por la mitad.

La miro con los ojos abiertos mientras que ella sonríe y me agacho para recogerlo.
Al levantarlo siento como algo tintinea dentro, frunzo el ceño de nuevo y siento la mirada de Rúa sobre mí.
Es ella quien se agacha y abre las páginas de ese libro, hasta dar con un hueco hecho a propósito donde no hay papel.
Hay un pequeño aparato negro. Casi diminuto.
Una cámara.
Una puñetera cámara.

De nuevo su dedos en sus labios me indica que no deje escapar ningún sonido de mi garganta, pero no entiendo nada y necesito muchas explicaciones.
Ella recoge el libro y sale de mi habitación.
Mis pasos la siguen, necesito más información, necesito que me diga que está pasando.

Y es entonces cuando mi cabeza hace clic, cuando el video de Marco desnudándose en el salón y luego entrando en la habitación de Eva viene a mi mente.
Creí que habían cámaras allí, no las encontré, pero no me había parado a pensar que también podría haberlas en mi casa, en mi puta habitación.
Sea quien sea, nos tiene o tenía demasiado bien controlados.
Ahora entiendo que los malditos mensajes llegasen siempre en el momento justo.
Niego con la cabeza de un lado hacia otro mientras que veo como con un cuchillo saca la tapadera de la pequeña cámara y con las tijeras corta los cables antes de meterla en un vaso con agua.

-Rúa...
-Vamos a tu habitación. -Guarda el aparato ya inservible en su bolsillo y camina delante de mí hasta cerrar la puerta de mi habitación con los dos dentro. Suspira y pega su espalda a la puerta.-
-¿Qué está pasando?
-No sé hasta dónde puedo contar, yo...
-Todo, quiero saberlo todo.

Sus ojos rehuyen los míos, me miran apenas unos segundos y los desvía hacia el suelo, las paredes y el techo.
Camina hasta sentarse en mi cama, hasta quedar en el mismo colchón pero en la otra punta.
Necesito que hable, que me diga como sabía ella de la cámara, como si apenas ha entrado en mi habitación.
Es prácticamente imposible que al entrar una vez mirase hacia ese libro y lo viese, yo he mirado cientos de veces y nunca me he percatado de nada.

¿Qué hacia esa cámara ahí?
¿Cuanto tiempo lleva?
¿Quién está detrás?
¿Ha visto todo lo que hemos hecho Eva y yo...?

-Hay cámaras por toda la casa, en la de Eva también debe haber.
-¿Quién las ha puesto? -Rúa se encoge de hombros pero el temblor en su labio inferior me dice que sabe más de lo que me está contando o de lo que quiere contarme.-
-No lo sé.
-Sí lo sabes.
-De verdad que no lo sé, aunque tiene que ver con los mensajes, eso lo he podido comprobar...
-¿Me estas diciendo que alguien ha entrado en mi casa y en la de Eva para poner esas malditas cámaras y no nos hemos dado cuenta hasta ahora? -Me levanto de la cama, alborotando mi pelo. Nervioso, enfadado, impotente al no haberme dado cuenta antes.- ¡Es absurdo!
-Tranquilízate por favor. -Mi mano agarra con furia el pomo de la puerta para abrirla y poder buscar las demás cámaras por toda el piso.- ¿A dónde vas?
-Se le acabó el show.
-Hugo no. -Me contengo para no empujarla cuando su cuerpo se pone entre la puerta y el mío. Porque quiero salir, quiero golpear a quien esté detrás de todo esto.-
-¡Nos han estado vigilando! Mierda Rúa, nos han visto a Eva y a mí follando. ¡Joder!
-Lo sé, pero no...
-Sea quien sea ha visto sus cicatrices, ella no quería que nadie las viese, las esconde siempre.
-¿Qué cicatrices? -Me giro hacia la cama, maldiciendo ser tan bocazas.-
-Nada.

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