Mi cuerpo estaba relajado cuando desperté. Frote mi cara en la almohada y abrí los ojos.
Se me escapó un grito ahogado cuando ví a Ethan recargado en la puerta de mi habitación.
-Tranquila. Ya casi me voy.- Dijo alzando las manos.- Tu madre me pidió que estuviera pendiente de ti hasta que ella regresara. Fue por tus medicamentos.- Dijo Ethan bostezando.- No sabía que tú madre es Marie.
¿Pero qué carajo? ¿Ethan conocía a mi madre? Estaba a punto de preguntarle por qué la conocía cuando observé el reloj en la mesa de noche. Abrí los ojos con sorpresa.
10.30 de la noche.
La última vez que vi el reloj eran las 10.30 pero de la mañana.
Pobre Ethan, había perdido todo su día conmigo. Me sentí culpable e intenté incorporarme de la cama.
-Será mejor que permanezcas en reposo.- Dijo él acercándose a la cama.- Has estado muy débil hoy.- Agregó de manera amable por primera vez.
Lo miré asombrada y no pude evitar sonreír.
Él me devolvió la sonrisa.
Nos quedamos mirando a los ojos un largo minuto cuando de repente la puerta de abajo se abrió.
Se escucharon pasos en la escalera y de repente mi madre ya estaba dentro de mi habitación.
-¡Hija!- Exclamó cuando me miro.- ¿Cómo estás hermosa? ¿Te sientes mejor? Dime que estás bien- Dijo casi en un sollozo.
Inhale profundo.
-Sí mamá, estoy bien. Tranquila. No tienes de que preocuparte.- Le di un beso en la mejilla y ella me abrazó.
Miré a Ethan de reojo y vi que se encontraba incómodo rascando su cabeza.
-Eh.- Habló Ethan avergonzado.- Señora Myers disculpe que las interrumpa pero debo retirarme.-
-Sí, claro hijo. Te acompaño a la puerta.- Respondió mi madre caminando fuera de mi habitación.
-Nos vemos chica que se desmaya en los supermercados.- Dijo él mirándome y esbozando una pequeña pero dulce sonrisa.
-Te veré luego chico que rescata a chicas que se desmayan en los supermercados.- Respondí yo mordiendome las mejillas.
Sentí una punzada en el pecho al saber que tal vez está sería la última vez que lo vería.
Él se dio la vuelta y caminó hacía las escaleras.
Puse todo mi esfuerzo para levantarme de la cama e ir tras de él.
-Ethan.- Dije antes que comenzará a bajar por las escaleras.
Él se volvió hacía mi y yo sin pensarlo lo abracé.
-Gracias.- Murmuré, mientras le dedicaba una última sonrisa. -¿Te volveré a ver?- Pregunté repentinamente y tontamente esperanzada.
-¿Sucede algo?- Interrumpió mi madre asomándose en medio de las escaleras.
-Sólo me despedía.- Se limitó a responder Ethan sin apartar la mirada de la mía por unos segundos para luego marcharse, sin más que decir.
Me quedé inmóvil, de pie, a un costado de las escaleras viendo como Ethan abandonaba mi casa.
-Lía Myers ahora mismo me escucharas.- Dijo amenazante mi madre sacándome por completo de mis pensamientos. Luego su rostro se volvió dulce al verme a los ojos.- Me has dado un gran susto hoy cariño. No quiero que nada malo te suceda jamás.
Agradezco a Dios que esté chico estuvo ahí en el momento correcto. -Dijo acariciando mi mejilla.- Pero por favor corazón, cuídate. No quiero perderte a ti también... No lo soportaría...- Murmuró con lágrimas en sus ojos. La abracé inmediatamente. Estuvimos así unos segundos y luego se retiró un poco de mí.- Creo que es momento de que dejes el trabajo. Te absorbe mucho tiempo, energía, te estresas demasiado ahí y no es adecuado ese ritmo de vida para tu salud y lo sabes. O es la escuela o el trabajo. Y yo quiero para ti la escuela.- Dijo con una pequeña sonrisa en sus labios.
-Pero mamá, necesito el dinero.- Proteste con voz ronca.- Necesito trabajar porqué no puedo dejar mis estudios.
-Lo sé mi vida. No sabes cuanto quisiera darte la vida que mereces... Lo siento.- Miró al suelo.
Levanté rápidamente su rostro.
-Mamá. Tu me lo has dado todo. Soy yo quién quiere apoyarte está vez.- Dije dedicándole una sonrisa sincera.
-Lo sé hija. Pero ¿Qué tal sí te tomas un pequeño receso en tú trabajo? Pide tus vacaciones que te caerían muy bien ahora para que reposes.- Sugirió acariciando mi hombro.
-No lo sé mamá, lo pensaré.- Dije frunciendo los labios.
Mamá sonrió y me dio las buenas noches concluyendo con esto el más largo 9 de Septiembre de toda mi vida.
A la mañana siguiente di gracias de no haber despertado en un hospital y sí en mi cómoda y helada cama.
Me quedé pasmada en la cama durante un rato pero cuando ladee la cabeza y vi el reloj de mesa me levanté de un salto y salí corriendo a bañarme.
Era tardísimo.
Y tenía que ir a la escuela.
Me duche en tiempo récord, corrí al armario y jale lo primero que vi. Top y suéter negro y jeans azules. Converse de preferencia.
Corrí escaleras abajo acomodandome la mochila en el hombro.
Mi madre se había marchado al trabajo por lo tanto no tenía que detenerme a desayunar.
Salí disparada hacía la parada del bus cuando me di cuenta que no me había peinado. Mi cabello parecía estropajo recién lavado.
Cerré los ojos con fuerzas resignandome y corriendo a mi destino.
Fantástico. Llegué tarde. El autobús se fue sin mi.
-Sube. Se nos hace tarde.- Escuché decir a un chico dentro de un carro estacionado a un lado mío. Suspiré de alivio por un poco de suerte.
Era Joel.
ESTÁS LEYENDO
Con cada latido
FantasíaEl mundo de Lía era: Universidad, amigas y su madre. Ethan Thompson llega a cambiarlo todo. De repente la vida de Lía da un giro totalmente ajeno a su realidad. ¿Podrá llevar cada latido hasta el final? Portada hecha por: @brave.dsprx en Instagram