Capítulo 20: Emma.

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El sonido de unos leves ronquidos me despertaron.

Me sobresalte cuando vi a Ethan a centímetros de mí.

Por un momento había olvidado que anoche dormí entre sus brazos.

Sonreí al verlo dormir. Se miraba tan tierno, tan tranquilo, tan él...

Lo que había pasado anoche... Había sido sólo magia.

Mi pecho dolió al darme cuenta que hoy las cosas podrían cambiar.

Supiré y recé mentalmente por que no fuera así.

El sol comenzaba a entrar por la rendija de la ventanilla del dormitorio.

Me levanté de la cama de puntitas cuidando de no despertar a Ethan.

Él sólo hizo un gesto con los labios y volvió a emitir pequeños ronquidos.

Salí a la cocina improvisada y me apresure a hacer el desayuno.

Estaba segura que Marshall vendría en cualquier momento con el volvo.

Saqué unos frascos de atún de los cajones y del frigobar unas latas de verdura.

Puse la cafetera y mientras esperaba que el café estuviese listo busqué dentro de los muebles algunas tazas.

Me llamó la atención un pequeño trozo de papel que estaba acurrucado en un esquinero.

Era una foto.

En ella de encontraba una chica. Una chica preciosa. La piel era tan blanca como la el papel y tenia un hermoso cabello hasta la cintura color rojo. Un montón de pecas adornaban su rostro y junto a sus ojos azules hacían una perfecta combinación.

Era ella.

En la parte posterior de la foto alcancé a ver una marca de lapicero la cual decía en letra cursiva: Emma C. Marshall.

La puerta del dormitorio hizo que pegara un brinco.

Instintivamente guardé la fotografía en el bolsillo del pants por miedo a que Ethan supiera lo que había encontrado.

-¿Qué haces despierta?- Murmuró con los ojos entrecerrados caminando hacía mi.

No respondí. Mi corazón comenzó a palpitar con rapidez y no sabía sí se debía que la fotografía de Emma estaba quemando en mi bolsillo o se debía a que no sabía quien iba a ser Ethan hoy.

Mi corazón casi llega al punto máximo cuando él se detuvo cerca de mí.

Pude ver que dudo antes de besar mi frente, pero todo miedo se disolvió cuando sus labios dejaron un suave beso en los míos.

-Hice el desayuno.- Casi balbuceé.

-Gracias.- Murmuró dejando otro tierno beso sobre mis labios.

Las mariposas revolotearon en mi estómago.

-Escucha, acabó de hablar con Rob y te llevará a casa. Yo te veré más tarde.- Dijo sentándose en una de las sillas.

-¿Por qué?- Casi pregunté dolida.

-Tengo asuntos pendientes. Al parecer mi madre quiere que la ayude en unas cosas antes de su viaje.- Agregó mientras yo le pasaba una taza de café y me sentaba a su lado.- Pero iré a verte está noche ¿De acuerdo?- Murmuró besando la punta de mi nariz.

Suspire desanimada.

-Está bien.- Dije dándole un sorbo a mi café.

-A mi también me parece mucho tiempo pero sí no ayudó a mi madre... Me pateara el trasero.- Agregó adivinando lo que pensaba.

Con cada latidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora