Trino De Cuervos [Parte 1 Completa]

CAPÍTULO 32

Scarlett

Caminar por las calles de Nueva York se sentía igual que estar dentro de una película.

El bullicio de la multitud y el sonido de los autos formaban una sinfonía ensordecedora propia de una de las ciudades más importantes de ese país. Las hojas de colores cálidos propios del otoño eran visibles en la cumbre de los árboles ubicados en las esquinas de cada calle. Al alzar la vista, lo único que podía ver eran edificios y rascacielos. 

Suspiré ante el sentimiento de nostalgia que me invadió. El paisaje me recordaba demasiado al lugar al que había llamado hogar durante toda mi vida, y que ahora estaba destruido. Perdida en la nostalgia y en mis recuerdos sobre Daxenfild, accidentalmente choqué con un hombre alto haciendo que el vaso de café que llevaba consigo se nos derramara encima a ambos. 

Me disculpé con torpeza mientras me quitaba la chaqueta roja pues el líquido se estaba traspasando también a mi camiseta. El hombre maldijo por lo bajo y me dedicó una mueca de enojo.

−Mira lo que hiciste −mofó malhumorado alternando su mirada entre su traje arruinado y yo− ¡Ten más cuidado, tonta!

−No le hables así −Una voz grave habló a mis espaldas.

El hombre miró a Areus con la misma mueca de desprecio, pero esta desapareció ante la intimidante mirada sombría del chico de ojos grises. El sujeto frunció el ceño y no tuvo más remedio que seguir con su camino no sin antes dedicarnos otra mirada enfurecida y unos cuantos insultos a regañadientes.

−Ponte esto −Areus se quitó la chaqueta negra y me la puso a mí sin darme oportunidad de negarme. Distinguí el olor a tabaco en la prenda, la cual me quedaba un poco grande− No quiero que te resfríes.

Agradecí con una sonrisa y continuamos con nuestro camino. Solo estábamos él y yo pues los portales que creaba con su magia aún eran inestables y sólo podían transportar a dos personas.

−¿Para qué dijiste que venimos a Manhattan? –preguntó.

−Tenemos que encontrar a la persona que nos dará la dirección del lugar en el que está Zen −respondí mientras le daba un vistazo veloz al mapa de la ciudad en mi celular.