CAPÍTULO 2

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Areus

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Areus

Acababa de presenciar un homicidio, y los asesinos me habían visto. 

El viento helado quemaba mis pulmones y apenas me permitía respirar. Perdí la noción del tiempo, sólo sabía que debía de seguir corriendo sin mirar atrás a pesar de que podía sentir a esos locos cada vez más cerca. En ese momento, encontrar la salida de Lumbel o mi motocicleta pasaron a ser un objetivo secundario, ahora solo debía preocuparme por salir de ahí con vida. 

¿Quiénes o qué eran ellos?

¿Debía llamar a la policía?

¿Me creerían?

Tal era la velocidad a la que corría que no noté a la persona que salía de un establecimiento hasta que fue demasiado tarde y no pude detenerme a tiempo, ambos chocamos y la fuerza del impacto nos arrojó a ambos hacia atrás. El aire abandonó mis pulmones por unos segundos cuando mi espalda chocó contra el suelo en un golpe seco y doloroso.

−¡Maldita sea! -la otra persona gruñó entre alaridos de dolor− ¡¿Por qué no te fijas por dónde vas, imbécil?!

No pude contestar, apenas estaba recuperando el aire− Mierda... −Maldije con pesadez tratando de levantarme. 

−¿Por qué corrías como un demente? −el chico sacudió el polvo de su sudadera morada y luego extendió su mano hacia mí. Dándole una mirada rápida, noté que se trataba de un muchacho tal vez un año menor que yo.

Entonces, lo recordé. Miré hacia atrás con el temor de encontrarme con ellos, pero ya no estaban persiguiéndome, de hecho, no había nadie en las calles además de nosotros. 

−Eso no importa -contesté. De cualquier forma, no me creería aunque se lo contara. 

Tomé su mano y con ella me impulsó hacia arriba. Una vez que estuvimos de frente, noté como sus ojos estaban puestos sobre los míos con mucha concentración, fruncí el ceño pues estaba tan quieto que ni siquiera sabía si seguía respirando. Su expresión de enfado pasó a ser de desconcierto y sorpresa en muy pocos segundos. Me aclaré la garganta.

−¿Sabes en dónde está la salida de este lugar? −pregunté, rompiendo el silencio que comenzaba a tornarse incómodo.

−Es aquí −contestó luego de dar unos cuantos parpadeos volviendo en sí.

Le di un vistazo al lugar y supe que era cierto pues reconocía esos establecimientos, sin embargo, no vi mi motocicleta en ningún lado.

−Mierda... −pasé las manos por mi cabello y luego las deslicé sobre mi cara− ¿Tienes un celular que pueda usar? 

No quería pedirle ayuda a Damien, llamaría a Anderson y con unos cuantos dólares lo haría guardar silencio.

Asintió ante mi pregunta− Sí, pero no aquí, estas calles son peligrosas de noche.

Trino De Cuervos [Parte 1 Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora