Trino De Cuervos [Parte 1 Completa]

CAPÍTULO 21

Scarlett

Los cuervos cubren el eclipse con un manto de plumas negras y gritan su nombre con pavor, advirtiendo su llegada.

Hay sangre en mis manos y cadáveres de ángeles, demonios y humanos tapizando el suelo por igual. Son tantos que es casi imposible encontrar un punto en el que no haya cuerpos ensangrentados, con el eco del pánico que debieron sentir antes de ser sorprendidos por una muerte cruel y atroz reflejado aún en sus rostros. Tienen los ojos abiertos, mirando en la misma dirección: La mía. O, quizá, lo que ven es lo que está detrás de mí. Es una formación de pilares colocados en forma circular sobre los que está tallada la leyenda del Héroe del eclipse.

No sé qué está pasando ni en dónde estoy, de lo único que soy consiente es del profundo dolor que atraviesa mi pecho y de los ojos grises que me miran de una forma imposible de describir.

Con una nueva punzada de dolor, me dejo abrazar por la luz.

Despierto. El sueño se desvanece de mi memoria casi por completo en cuanto abro los ojos.

–¿Ya van a despertar o quieren un besito de buenos días? –Dice una voz– Ya es hora.

Areus abre la puerta sobre la que Hidden tenía recargada la cabeza. El rubio se despierta de un sobresalto y se sostiene de lo que tiene más cerca para no caerse. Lo escucho maldecir mientras me desperezo y estiro los brazos. Siento algo deslizarse sobre mi regazo, es una chaqueta negra. Sonrío y la aprieto un poco con mis manos, de pronto la pesadilla deja de tener importancia.

–¿Hora de qué? –Myshell inquiere después de un gran bostezo.

–Nada importante, solo salvar a nuestra dimensión de un metalero maniático.

–Ah, sí, eso.

Nos detuvimos en lo que alguna vez fue un centro vacacional. Debió ser abandonado después de la tragedia de hace tres años. Ya no podemos continuar nuestra búsqueda en auto pues ya no hay ningún sendero sobre el cual avanzar, debemos seguir a pie.  Zeth revisa de nuevo su mochila para asegurarse de llevar todo mientras los demás ponemos en orden los documentos que nos dio Heinkel. En ellos hay pistas y mapas sobre posibles rutas para llegar a La Grieta. Logramos deducir el camino más prometedor hace unos días, pero ya nada es igual a cómo debía de ser cuando se hicieron los mapas. Tras unos minutos de observación y deducción, nos adentramos en la espesura del bosque.