CAPÍTULO 5 - tercera parte

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Myshell 

Morir para vivir

Ese era el plan.

El problema era que aún no llegábamos a la parte en la que Areus volvía a respirar.

El ritual se había completado varios minutos atrás y nada pasaba aún. Estaba empezando a preocuparme. Esperé. Mantuve mis sentidos alertas a cualquier indicio que contradijera lo que ni siquiera quería comenzar a considerar: Que el Hechizo de Ascenso había fallado y, por lo tanto, yo también.

Con los ojos secos por dejar de pestañear, miré la tierra sin que en este se moviera un solo grano hasta que, de repente, una mano pálida surgió a la superficie.

El grito que dejé escapar fue casi tan fuerte como mis ganas de correr. Con su mano enterrándose al suelo, consiguió asomar su cabeza y después su otro brazo. Parecía un zombi, pero aún con ese rostro famélico y manchado de tierra y sangre, reconocí a Areus.

–Está vivo... ¡Está vivo! –Le grité mi victoria al cielo, como si pudiera llegar a los oídos ficticios de Víctor Frankenstein.

Tomé sus brazos y tiré de él hacia afuera. Pronto, sus piernas quedaron libres y el impulso nos tiró a ambos. Areus se sostuvo sobre sus manos y rodillas, con la vista en el suelo y su respiración hecha un caos. Unas cuantas gotas de sangre cayeron desde su boca hasta el suelo antes de que se desmayara.

–Tiene que ser una maldita broma –giré su cuerpo y tomé su rostro entre mis manos. Moví su cabeza de un lado al otro para despertarlo– Areus, me daría mucha pereza tener que repetir el hechizo. Por favor, no te mueras... otra vez.

Esperé, de nuevo. Su rostro se contrajo en un gesto de dolor y sus parpados temblaron un poco antes de levantarse.

–No, no tengo tanta suerte.

Puse mi mano en su espalda para ayudarlo a sentarse. Llevó una mano a su cabeza, parecía estar mareándose. Su mirada se mantuvo perdida en la nada por unos cuantos segundos y, cuando su cerebro pareció volver a funcionar, me miró.

–Lo lograste. Me salvaste –sonrió, puso un dedo en mis lentes y los empujó hacia atrás– Muchas gracias, cuatro ojos.

Reí al recordar con nostalgia ese fastidioso apodo con el que solía llamarme. Choqué mi puño contra su hombro izquierdo. Maldijo y se sobó el área del golpe argumentando que su cuerpo seguía débil. Mientras frotaba su mano contra su hombro, miré su muñeca y la marca que era visible en ella. Areus se había fusionado con Hache y era un Arlekvid otra vez. Puso transformarse antes, pero necesitaba que Hache fuera el ancla que lo conectara a este mundo para poder traerlo de regreso.

Era la marca, a simple vista, pero prestando un poco más de atención, noté algo extraño...

Bajó su manga antes de que pudiera descifrar qué. Lo miré con ojos analíticos tratando encontrar una pista de lo que podría estar ocultando. Sin embargo, no pude ver más allá de ese ceño fruncido y mirada incómoda.

–¿Qué te pasa? ¿Tengo algo en la cara?

–Es que... –dudé. Era más fácil hacer hablar una piedra que a Areus, así que solo solté el segundo motivo por el que lo estaba mirando tanto–: Pareces un zombi.

Es cierto, tenía la apariencia de un cadáver. Estaba muy delgado, como si sufriera de algún desorden alimenticio o de una enfermedad terminal. Su piel era muy pálida, haciendo aún más notorias las manchas negras y rojizas alrededor de sus ojos.

–Esta vez sí que te dieron una paliza, ¿eh?

–Cierra la boca –ambos nos pusimos de pie. Hizo una mueca de horror al ver sus manos cubiertas de tierra. Tuvo la intención de limpiarlas frotándolas contra su ropa, pero esta no estaba mucho más limpia que digamos– Nunca pensé que Dorian sería capaz de darme tantos problemas –Estiró los brazos y movió sus manos un poco antes de usar su magia para limpiarse– Es decir, mi plan requería que yo muriera, pero nunca pensé que sería en manos de un humano.

Trino De Cuervos [Parte 1 Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora