CAPÍTULO 19

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Scarlett

−Esta no... esta tampoco... −observaba y descartaba algunas de las piedras del río protegía al refugio. Tenía una afición por coleccionar esas piedras y cambiar sus tonos muertos y grises por una explosión de colores. 

Era de mañana, el bosque estaba más silencioso de lo habitual pues no había nadie en el refugio ni a sus alrededores. No había visto a Areus y eso estaba bien, era la persona a la que menos quería ver. Todos habían decidido confiar en él, pero yo no podía volver a hacerlo tan fácilmente. Desde que llegó meses atrás, supe que algo no andaba bien con él, pero había decidido ignorar mis propias advertencias solo por esos estúpidos sentimientos que me hacían querer confiar ciegamente en él, pero me juré que eso no volvería a suceder.

Estaba tan concentrada buscando el lienzo perfecto cuando un crujido de una rama detrás de mí me desconcentró y me hizo sobresaltarme por el susto, me giré en esa dirección llevando mi mano al mango de la daga que guardaba en uno de los compartimentos exteriores de mi bota derecha. Vi de quién se trataba y no ataqué, pero tampoco bajé la guardia. 

−Lo siento, no quería asustarte. Solo... vine por unas cosas −Areus habló mostrando la palmas. Ante mi constante actitud defensiva, puso los ojos en blanco y siguió con su camino dando un brinco para saltar el río, aterrizó mal y se tambaleó, pero logró mantener el equilibrio para no caer.

Miré la mochila que llevaba consigo, parecía que iba a la guerra por lo colmada de cosas que se veía. 

−¿Vas a algún lado? 

−¿No es obvio? −devolvió la pregunta en un tono monótono sin dejar de caminar dándome la espalda. 

Me puse de pie y solo un segundo después, aparecí frente a él. Di un ligero respingo al reparar a detalle en su apariencia. Unas terribles ojeras bajo sus ojos enrojecidos le brindaban una apariencia cansada y triste, incluso lucía más pálido, tenía líneas rojas en las manos y en la cara por rasguños que él mismo se había infringido, una capucha negra ocultaba su muy despeinada cabellera. Era extraño que a pesar de su apariencia no perdiera ese atractivo que lo caracterizaba. 

−¿A dónde vas? −inquirí de forma automática. Reprimí el impulso de acercar mi mano a su rostro, ese tipo de ataques nerviosos se estaban haciendo cada vez más frecuentes en él.

−A Alemania −contestó junto a un encogimiento de hombros restándole importancia, fruncí el ceño y ante mi silencio tuvo que explicar−: Es obvio que lo que sea que pasó en los últimos años tiene algo que ver con todo esto y, gracias a lo que pasó ayer, creo saber que es. Así que iré al lugar de mi infancia a investigar.

Tenía sentido considerando lo que había visto en sus recuerdos ese día en el lago. Saber lo que había ocurrido en su pasado podía ayudarnos a resolver el presente.

−Pero tú ya sospechabas que las personas a mi alrededor tenían algo que ver con todo esto ¿Verdad? −preguntó con una pequeña nota de diversión. Hundió su mano en el bolsillo de su chaqueta y sacó un brazalete dorado que al reconocerlo, me dejó sin aliento− Si vas a espiar a alguien al menos deberías ser más inteligente  −colocó el brazalete en mi mano− Toma, lo olvidaste en mi armario. 

Creí que lo había perdido, y sí fue así, pero nunca me imaginé que se me hubiera caído en ese preciso lugar.

−Sí, ya lo había sospechado −admití luego de aclararme la garganta cambiando el tema. 

−Solo por la obviedad de la situación no te daré un premio −esbozó una sonrisa burlona, abrí la boca para hablar pero él se me adelantó− Aunque, ese es el problema, es demasiado obvio, es como si quisieran que vaya a ese lugar.

Trino De Cuervos [Parte 1 Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora