Trino De Cuervos [Parte 1 Completa]

CAPÍTULO 25

Areus

Nada, ni siquiera dormir, hace que estar en el infierno sea un poco más soportable.

Lo primero que hice cuando la conciencia se asomó poco a poco desde lo más profundo de mi mente, fue mirar abajo. Al hacerlo, me encontré con mis pies colgando sobre una obscuridad casi abismal, mucho más lóbrega que la penumbra general que me rodea. Supongo que debe serlo, considerando que es el sitio en el que descansan las almas de todos aquellos que en vida pertenecieron a la Dimensión Elemental.

No dejo de preguntarme cuántas de las personas que conocí alguna vez encontraron su final en el lado malo del Pozo de Almas, o sea el que dota de energía al Inframundo. Probablemente muchas, la mayoría de los mortales de los que me he rodeado murieron arrepentidos y frustrados. Arrastraron su negatividad a la tumba y eso destinó a sus almas a convertirse en alimento de demonios.

Lo único que evita que me una a ellos son las cadenas oxidadas que me mantienen suspendido en el aire. Uno de sus extremos está clavado en el techo, y el otro termina en los garfios que me atraviesan las alas y las muñecas. Dolía demasiado cuando me desperté, pero la sensibilidad de mis extremidades desapareció tres días después. Que me dejaran solo conmigo mismo y mi confusión demuestra la crueldad de mi captor, quien ni siquiera se ha molestado en presentarse. Mi única compañía son las criaturas que corren, vuelan y se arrastran sobre las paredes y por doquier. Aunque no han mostrado intenciones de atacarme, no puedo dejar de sentirlas como una amenaza.

—Parece que la suerte y tus amigos te han abandonado, Areus. —dice una voz, por fin.

La silueta del dueño de la voz aparece de entre la obscuridad. Es fácil reconocerlo por el halo de luz que hay a su alrededor y su cabello de un tono entre rojizo y rubio. Luce igual que la última vez que lo vi, viste una sonrisa propia de su buen humor y una túnica de cuello alto con rayos de luz bordados con hilo dorado en el pecho. Es Lucifer, el primer seguidor de Shadow y fiel compañero suyo durante la Guerra antigua.

—Bien por ellos, creo. No tendré que matarlos mientras no se atrevan a asomar las alas por aquí –agrega.

—Ellos vendrán.