Habían pasado exactamente cuatro días después del incidente en el jardín. En esos días sus amigas la habían llenado de reproches y regaños, mayormente Alessia y Elizabeth, ninguna creía que solo estaba siendo guiada por la gratitud de su alma al curar la herida de Lord Burford por lo que esa noche para ver Romeo y Julieta, como medida de contingencia su hermano, Georgiana y el Conde de Grasmont los acompañarían en el palco exclusivo de los Marqueses de Granby, para recibir su premio.
Ellos ya habían ido al teatro alguna vez poco antes que Brandon se marchará de Londres. Por esos días ella estaba convencida que el Conde se mostraba más sentimental y reservado debido a que iba a pedir su mano en matrimonio, cuan equivocada estaba. Recordaba que esa noche estaba bastante elegante y tenía una sonrisa espléndida en su rostro con una barba ligeramente crecida. Lo que duró la obra estuvieron conteniendo sonrisas y molestando al otro con puyas que lejos de tener malas intenciones solo era un juego que ambos disfrutaban. Esa noche pintaba ser bastante diferente y aunque no le gustaba vivir de los recuerdos, todo el asunto le resultaba melancólico.
Le alegraba contar con la presencia de su hermano y de su amiga que disfrutaba del teatro más que cualquier persona que conociera. Ir al teatro era una especie de lugar de paz para Georgina, por no mencionar que había leído al menos tres veces Romeo y Julieta y podia jurar que conocia las lineas de memoria. Lord Grasmont era un polo opuesto a la joven inglesa, sabía que la única razon por la que estaba ahí esa noche era por su naturaleza sobre protectora que le impedía confiar a una carabina para cuidar a su hermana en eventos sociales. El conde no bailaba, ni se retiraba del salón de baile para departir en la sala de caballeros, no conversaba más de lo necesario y tampoco consumía ningún tipo de bebida con alcohol. Era evidente que departia en sociedad solo para cuidar a la dulce Georgiana como una especie de sombra no muy amigable.
–Gracias por acompañarme– le dijo a su amiga que caminaba a su lado siendo seguidas de cerca por sus hermanos. Todavía no habían señales de Lord Burford, si prefería no asistir le quitaría un peso de encima o eso se repetía a ella misma ignorando ese sentimiento de decepción tan irracional. El hombre se había marchado a otro continente sin decirle adiós ¿Qué podría esperar de él?
–No iba a dejarte sola, además Elizabeth y Alessia no me lo hubieran perdonado.
Se río causando un sonrojo bastante bonito en las mejillas de porcelana de su amiga. Elizabeth esa noche tenía que asistir a una velada musical de un pariente de su madre y Alessia tenía que acompañar a su hermano para recibir a sus primas que recién llegaban a Londres de su casa de campo, por lo que Georgina se las había ingeniado para convencer a su hermano de incluirse en la salida. No dejaba de sorprenderla como tener a alguien del club con ella lograba tranquilizarla, sus tres amigas se habían vuelto parte de su historia y su vida, como si hubieran estado ahí siempre, no podía ni imaginar su vida sin ellas y jamás hubiera sobrevivido una temporada social sin contar con su presencia.
El palco de los Marqueses de Granby era más espacioso que el de su familia y ciertamente tenía una mejor vista al estar justamente frente al escenario. No podía negar que dentro de ella el deseo de ver al Conde entrar por las cortinas y dedicarle una sonrisa que ella iba a ignorar estaba latente en su corazón masoquista. Quizá Brandon era lo único en lo que no podía ser tan racional como presumía. Pero la función dio incio y Burford no daba signos de vida, la había dejado plantada.
Que sorpresa
–Creo que Lord Burford no nos acompañará– habló su hermano evidentemente molesto. Todos los presentes en la reunión de los marqueses estaban al tanto de su salida al teatro esa noche, por lo que no presentarse era un desplante tanto para ella como para la marquesa.
–Le habrá surgido un inconveniente estoy seguro – intervino Lord Grasmont, apenas y desviando la mirada un ápice, como si hablar con ellos requiera un esfuerzo inhumano.
ESTÁS LEYENDO
Silenciosa Promersa (club anti-libertinos)
Historical FictionMonett no es la típica beldad inglesa que se pasea por los salones esperando que un perfecto caballero quede prendado de su belleza y pida su mano en matrimonio. Para empezar la castaña es mitad francesa, para continuar está tan resentida con el amo...