prólogo

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Monett tomó el papel entre sus manos leyendo cada letra con sumo cuidado a fin de que todo estuviera en perfecto orden antes que Elizabeth, Georgiana y Alessia estamparan sus nombres en el documento. Su hermano le había enseñado que nada tenía la suficiente validez si no se manifestaba por escrito y algo tan importante como aquello no podía ser un cabo suelto, no almenos para la calculadora cabecita mitad francesa de la castaña.

-¿Es necesario esto?- preguntó Georgiana con ese tono de niña mimada que usaba en ocasiones, interrumpiendo su lectura y provocando un gesto adusto en su muy expresivo rostro.

- Si, no queremos después que ninguna se retracte, esta es la prueba de nuestra promesa y requisito indispensable para cada miembro del club- señaló, bajando el papel solo unos centimentros para observar al perfecto estándar de belleza inglesa que representaba Giana con sus ojos azules, su cabello amarillo como el trigo y su piel de porcelana con las mejillas naturalmente sonrojadas.

- Yo creo que es exagerado- terció Alessia con esa influencia Italiana en su acentó que volvía su forma de hablar bastante particular, cruzandose de brazos y resaltando su escote bastante atrevido.

-Cruzarse de brazos no es propio de una dama- interrumpió Elizabeth alzando una ceja con esa actitud de señorita modales perfectos que la exasperaba por momentos, no solo por lo irritante que podía resultar sino más bien por lo mucho que le recordaba a su hermano mayor.

- No hay nadie que pueda verme además de ustedes- se defendió la italiana con esa irreverente actitud que según ella heredó de su abuela.

Ignoró el intercambio de palabras en el que se enfrascó el trío y se concentró en terminar con lo suyo, no quería dilatar más el asunto, los caracteres tan diferentes entre el cuarteto hacían complicado la tarea de estar completamente de acuerdo en algo y esta vez que al fin parecían ir en la misma dirección no iba a dejar pasar la oportunidad, cuatro cabezas pensaban mejor que una y cuatro corazones rotos podían ayudarse a sanar más rápido que estando solos.

-Todo parece estar en orden- dijo poniendo su nombre al final de la hoja e interrumpiendo la cháchara que mantenía ocupadas a las dos inglesas y a la italiana.

-Bien yo seré la siguiente en firmar no quiero cruzarme con un libertino nunca más- dijo Elizabeth poniéndose de pie con decisión.

Alessia fue la siguiente y Georgiana la última en sellar el pacto que las comprometía de manera textual a:

De ser posible evitar bailar con un libertino.

Bajo ninguna circunstancia permanecer en una habitación a solas con un libertino. 

Nunca salir al jardín con un libertino.

Jamás aceptar la propuesta de  cualquier indole de un libertino.

Cualquier violación a las reglas anteriormente estipuladas da derecho a cualquier miembro activo del club a intervenir según considere necesario

Las cuatro se observaron entre si con complicidad una vez la tinta se secó por completo. Monett tenía tantas razones para querer alejarse de los libertinos como el resto del grupo, quizá eso fue precisamente lo que las unió en primera instancia, las experiencias y los temores individuales fortalecieron ese lazo que las mantenía hasta la fecha indiscutiblemente juntas.

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Subiré nuevamente esta novela que hace poco terminé de escribir. Subiré capítulos los martes y sábado hasta acabarla.

Es una historia corta y ambientada al menos unos 20-25 años después de Escapando al amor

Silenciosa Promersa (club anti-libertinos)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora