capitulo 9 (Parte 2)

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Después de la sucedido en el templete la noche había perdido su brillo por completo. Aún cuando pudo volver a reunirse con sus amigas y estas corrían por el lugar observándo los diferentes actos y comiendo las chucherias dispuestas para los invitados. Ella tenía su mente en una difícil decisión que no podía tomar a la ligera.

Ella no se consideraba una persona reconrosa, pero se estaba replanteando el asunto porque a pesar que las palabras del Burford habían calado en lo más profundo de su ser, su orgullo no le permitió demostrar cuan efectada se sentía. Era ese orgullo femenino que mantenía estática cuando los ojos de Brandon se mostraron vulnerables y necesitados, era el mismo que se regodeaba cuando la señorita Johana fue perseguida por el ganzo. Tuvo que darse la vuelta mientras le suplicaba no aceptar el compromiso para no hacer lo que su corazón le pedía a gritos y eso era correr a sus brazos.

No se retiraron sino hasta bien entrada la noche en parte porque había perdido a su padre y hermano de vista y no fue hasta cuando pasada la media noche se removieron las mascaras que encontró a su padre conversando alegremente con una dama que no recordaba haber visto antes, pero creía era una viuda entrada en sus cuarenta.

-¿No nos acompañará Adrian de regreso?- preguntó a su padre que había olvidadado que su hermano partió junto a ellos lo que significaba que no tenía su coche.

-El Vizconde ha desaparecido toda la noche y aún no logro dar con él.

Su padre se refería a su hermano por su título de cortesía cuando estaba ligeramente molesto o irritado y que Adrian obviara a las damas y prefiriera pasar las veladas escondido en el ala de caballeros sin duda lograba fastidiarlo. No se le pasó por alto que esa noche la duquesa hubiera decidido no brindar dicho entretenimiento a los caballeros por lo que pacientemente tuvo que esperar que apareciera su hermano de hacer solo Dios sabía que cosa para al fin poder retirarse, bastante agotada física y mentalmente.

En el camino hasta su casa, que no fue muy largo, solo podía pensar en todo lo que esa noche había sucedido en lapso de menos de una hora. Recibió una propuesta de matrimonio, o algo parecido,  y Brandon le había dicho que la amaba. Antes de marcharse a América solo le había dicho esas palabras en una ocasión y fue la última vez que se vieron. Esa iba a ser una noche en vela y de eso no tenía duda alguna.

Pero nunca se imaginó las razones.

A su padre nunca le pareció justo que el personal tuviera que esperar despiertos por su regreso. Por lo que cuando regresaron únicamente la luz del candil que ellos mismos encendieron fue su guía hasta sus respectivas habitaciones. Incluyendo a su hermano que esa noche la pasaría en su casa.

Dejó la luz sobre el tocador bastante cansada entrando directamente al biombo para deshacerse del vestido, sin molestarse en llamar a su doncella tan cansada como estaba, los zapatos que al ser nuevos le incomodaban mas que de costumbre fueron los primeros en salir casi disparados de sus pies. Sentía la pesadez de un día tan agitado como el que había tenido, deshacerse de su ropa le daba una sensación de alivio especialmente al quitarse el corsé y meterse en su camison de algodón preferido. Lista para revivir lo sucedido ese dia una y otra vez hasta quedarse dormida. Apartó la tela del dosel para llevarse el susto de su vida.

¡SE HABIA VUELTO LOCO!

El pequeño grito que dejó salir de manera involuntaria no fue suficiente para inmutar al Conde de Burford que que dormia a pierna tendida abrazando una botella de vino vacía.

-¿Todo bien ahí dentro? ¿Necesitas que vaya por tu doncella?- la voz de su hermano se escucho tras la puerta. Y aunque dudo por un instante si delatar a Burford o no. En definitiva no deseaba causar alboroto a tales horas de la noche, menos ella estando en ropa de dormir.

Silenciosa Promersa (club anti-libertinos)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora