Capitulo 10 (Parte 2)

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Brandon no se fijo en la reacción de Adrian o del mismo Conde de Bristol, quería ver en Monett que estaba de acuerdo con ser su esposa, que no estaba siendo forzada por su padre o hermano. Para su grata sorpresa vio como dibujaba apenas una pequeña sonrisa en su rostro que bien pudo aversela imaginado, y de repente el futuro se sentía más certero, ella le daba una luz en medio de la desolación y preocupación que las deudas le provocaban, nunca en su vida imaginó que una mujer pudiera causarle un sentimiento parecido, pensó que al alejarla le estaba haciendo un favor pero realmente solo les había causado sufrimiento a ambos.

-Si es así podrá comenzar un cortejo formal cuanto antes- dijo el Conde animado, sino supiera que era un padre cariñoso hasta hubiera pensado que estaba feliz por deshacerse de su hija.

-No podemos apresurarnos padre Monett no ha expresado sus deseos- recordó Adrian sin expresión alguna. Su amigo nunca había tocado el tema pues él era fiel creyente de no intervenir en la vida de los demás a menos que su opinión o intervención fuera requerida y que la situación llegara ameritarlo.

-No puedo acceder a un compromiso de esta forma pero si Milord esta dispuesta a considerarlo -Sentenció ella, podía ver la indecisión en su cara, pero al menos era un paso en la dirección correcta.

Esa tarde salió de la mansión del Conde de Bristol sintiéndose un hombre nuevo y aunque ciertamente las secuelas de la noche anterior seguían presentes tenía todos los ánimos del mundo y por ridículo que sonará esperaba que llegara la noche para verla en Vauxhall Garden. En los jardines la vio como una señorita lista para departir en sociedad por primera vez, sintió la atracción al instante pero ignoró ese deseo sabiendo que no estaba en condiciones de buscar una esposa. Fue hasta que el Señor Pears se cruzó en su camino que comenzó a prodigar atenciones a la joven para evitar un compromiso con Johana, encontrandose sorprendido en más de una forma. Supo que Monett era un ser especial, su sentido de la moralidad y el deber no estaban fundamentados en lo que la sociedad consideraba corecto sino más bien en pensamientos filosóficos que él mismo no comprendía en su totalidad pero que ella disfrutaba con pasión. Se sorprendió al encontrar complicidad, comprensión, nuevas formas de ver la vida y amor. Ella le daba amor sin tener que decirlo de manera explicita, su sola presencia era un bálsamo para su alma y sus actitudes cariñosas y compasivas le sumaban años a su vida antes sumida en las preocupaciones.

Sintiendo que el mundo volvía a ser un lugar maravilloso se dirigió a la fábrica con presteza como la misiva de el señor Philip requería. Al llegar al lugar un grupo de obreros protestaba por la apertura de la fábrica, exigiendo derechos que se les violentaban en otras textileras, impidiendo el paso al recinto. Las operaciones estaban a una semana de dar inicios y ya su personal estaba seleccionado por el administrador y Blake Pears. La protesta a pesar de ser pacífica no permitía a los trabajadores encargados del montaje continuar con sus labores, deteniendo la obra que de por sí estaba algo atrasada con las fechas, teniendo en cuenta que el algodón estaba en camino y se necesitaba tener las bodegas listas para almacenaje, libres de humedad y limpias.

-¿Qué haremos?- le preguntó a Blake quién al igual que él no sabían como proceder en el asunto.

Podían acudir a los agentes de Bow Street y estos se encargarían de dispersar a la multitud pero aquello podía tornarse en un evento más violento y solo subiría los ánimos de la multitud que por el momento se mantenía tranquila. Era irónico que ellos fueran blanco de ataques cuando sabía que el señor Pears tenía ideas que no solo eran beneficiosas para ellos sino también para los obreros, le había hablado de educación, alimentación, horarios de trabajo más cortos y ayuda a familias muy numerosas.

-Esperaremos a mañana para hablar con los obreros, seguro que podemos llegar a un acuerdo, no pienso darle malos tratos a mi personal- exclamó el señor Philip con calma. El padre del Brugues había comenzado como un obrero más, por ese motivo jamás intentaba aprovecharse de las personas bajo su mando, era comprensivo y pensaba en el bienestar de aquellos que habían contribuido a su fortuna, en Carolina del Norte era muy respetado y querido, a tal punto que podía confiar la fábrica y las plantaciones una temporada al administrador que era más bien un hijo más. Sus plantaciones eran quizá la mitad del mañana de Londres y sus empleados recibían trató digno y vivían cómodamente.

Silenciosa Promersa (club anti-libertinos)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora