capítulo 14

1.1K 168 10
                                    

Monett no podía jactarse de ser receptiva en exceso, pero se necesitaba estar ciego para no darse cuenta que Brandon se miraba incluso más pálido y con las ojeras más pronunciadas que el día anterior. Solo por eso paso por alto su repentino ataque de celos y se abstuvo de hacer algún comentario, su preocupacion era mas fuerte que cualquier otra cosa. No tenía idea qué estaba sucediendo con las protestas y temia que tampoco se enteraría muy fácilmente pues no era el tipo de conversaciones que se tenían frente a las damas. Su mejor curso de acción era preguntarle a su hermano y en última instancia a su padre, sacar el tema con Burford se sentía casi cruel, sabiendo que aquella era la causa principal de todos sus males.

-Lo que has presenciado no es lo que parece, no soy un hombre que va por la vida amenzando a otros- se disculpó finalmente extendiendo el ramo de flores que traia entre las manos a modo de disculpa.

Aquel acto le pareció más el de un niño que acababa de ser reprendido que el de un caballero, llenandole el corazón de una calidez extraña que le hizo ensanchar la sonrisa y recuperar el buen humor que la acompañaba ese día. A ella nunca le importaron las riquezas y vivir con lo necesario en una casa más pequeña, no representaría ningún sacrificio, lo más importante era un compañero de vida que la quisiera verdaderamente sin importarle lo demás. El roce sus manos enguantadas al recibir las flores le hizo darse cuenta de la magnitud de sus pensamientos y lo que implicaba aquello.

Estaba dispuesta a todo si se trataba del hombre que tenía sentado frente a ella. Aún cuando no estaba en su mejor momento, su atractivo masculino era un deleite para la vista, su corazón le pedía envolverlo en sus brazos y decirle que todo estaba bien, ayudarle a cargar ese peso que llevaba sobre sus hombros. Reconocía que sus acciones del pasado no fueron las mejores y con sus decisiones le había causado demasiado daño, pero corría el riesgo de vivir en la eterna amargura si no se daba la oportunidad de perdonar y aprender a confiar de nuevo, aunque aún no terminaba de recorrer el camino del completo perdón.

-Nunca imagine que Milord fuera tan celoso.

-No puedo imaginarte en otros brazos y saber que ese hombre quería hacerte suya no ayuda demasiado.

-Debo asumir entonces que hará usted guardia en la puerta a espera de cualquier pretendiente.

-Si es necesario, pero debo admitir que esta vez he tenido suerte venía a invitarte a un paseo matutino.

Esa mañana caminaron por Hyde Park hablando como dos viejos amigos, al ser tan temprano y un día bastante nublado no había muchas personas caminando por los alrededores dándoles una extraña intimidad que sólo era interrumpida por la dama de compañia que los seguía de cerca. Brandon se permitió relajarse escuchándola hablar sobre París, sus museos favoritos y la inminente llegada de su abuela, si hubiera tenido algo en que apoyarse y no estuviera a la intemperie se habría aventurado a recuperar horas de sueño que bastante falta le hacía, escucharla era como un bálsamo para su mente agotada, se sentía relajado en su presencia, su voz era la como una tomada hecha para trasmitir paz.

Caminaron hasta casi dar una vuelta completa al parque, ya iba ser hora del almuerzo pero no quería que ese momento terminará. Tenerla cerca era lo que más necesitaba en esos momentos, quería besarla, perderse en ella, y luego descansar en sus brazos, estaba en un momento de su existencia que sentía que no podía seguir solo. Como si el cielo lo hubiera escuchado y cumpliendo la promesa que suponian la negras nubes que cubrian el cielo, una tormenta torrencial se desató casi en un abrir y cerrar de ojos. Corrieron debajo de un árbol lo más rápido que pudieron, perdiendo a la dama de compañia en el proceso, quien al seguirlo a una distancia prudente seguro los había perdido de vista y refugiado en algún lugar cercano.

Su pecho subía y bajaban agitado por la carrera al mismo compás del de Monett quien recostada en el tronco de un árbol bastante grueso le sonreia de la forma más atrayente que jamás hubiera visto antes. Con esa sonrisa y completamente empapada se miraba como la criatura más tentadora que jamás hubiera tenido la suerte de conocer. Sin ser dueño de sus acciones pasó sus manos por la piel desnuda de sus hombros sintiendo como se erizaba al sentir el contraste de su temperatura corporal con el la inclemencia del clima.

-¿Me permite besarla?- preguntó acercandose a ella sin llegar a tocar sus labios aún, quería saber que ella lo quería tanto como él, que lo necesitaba con el mismo desespero, podía ver en sus ojos que lo quería pero no tendría el mismo efecto que escuchar una confesión.

Monett no sabía como responder, presa del hechizo de sus ojos azules que le parecían más profundos que de costumbre. Las gotas de agua se deslizaban por sus cabellos dorados, y sus labios entreabiertos era una invitación a la que ella no quería resistirse. Hubiera preferido que obviara la pregunta, ya bastante tenía con sentir sus manos recorrer la piel desnuda de sus brazos y hombro, nadie seria capaz de razonar una respuesta de esa manera, sin más ceremonia se acercó a él tímidamente rozando sus labios solo lo justo para que entendiera que realmente lo deseaba.

Brandon no se hizo esperar, tomó el control de la situación apresandola entre sus brazos y moviendo sus labios con una intensidad que remplazo el frío de la lluvia por un extraño calor que se extendía por todo su cuerpo herizando cada vello, despertando cada pulgada de su piel, haciéndola olvidar el decoro y el lugar donde estaban. Sentir sus labios bajar por la curvatura de su cuello hizo que un nuevo escalofrio la recorriera, pero sintió la verdadera locura apoderarse de sus sentidos cuando una de sus manos se colo en su escote, tocando una parte tan sensible que le resultó imposible no jadear.

-¿Qué hace Milord?- dijo con una voz que no se sentía propia, apretando las piernas y deseando algo a lo que no podía ponerle nombre.

-Brandon- la corrigió antes de besarla nuevamente.

-Estamos en un lugar publico- intentó invocar su mejor sentido de la sensatez, y eso pareció surtir efecto pues el la miró avergonzado.

No se alejó de ella por completo pero al menos sus manos ahora estaban sobre el árbol y no tocando su cuerpo. Por un par de minutos solo fue capaz de escuchar su respiración pesada acompasada con la propia que aún no encontraba la estabilidad. La lluvia a su alrededor no hacía si no aumentar siendo los árboles que los rodeaban quizá la única protección contra la inclemencias del clima. Jamás había estado en una situación tan íntima y se sorprendió a sí misma deseado sentir su tacto de nuevo. El pareció comprenderla pues la envolvió en sus brazos cuidándola del frío que suponía estar bajo la lluvia.

Esa tarde sus pensamientos fueron todos dedicados a ese momento y aún cuando estuvo reunida con sus amigas fue incapaz de sacar a Brandon de sus pensamientos.

Silenciosa Promersa (club anti-libertinos)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora