El salón de baile estaba como en cada velada adornado de manera exquisita. Lady Bridgett Cavenish, Condesa de Abermale con su cabello rojizo y ojos aguamarina llamaba la atención de los asistentes que no hacían sino halagar a la Condesa, quien a pesar de su poca participación en eventos sociales no dejaba dee ser incluida entre los circulos mas selectos. No era un secreto que el motivo principal de la velada era encontrarle una esposa a su hijo mayor Christopher Cavinish. La Condesa pocas veces abría las puertas de su casa para eventos de ese calibre por lo que la invitación causaba con mínimo expectativa entre la nobleza que poco a poco llenaban el salón y la estancia dedicada a los caballeros en los que ya se daban cita solteros refugiándose de las matronas para disfrutar de licores más fuerte y juegos de mesa.
Blake dio un paso dentro del salón esperando que esa fuera la noche donde finalmente encontrara una dama dispuesta a desposarlo, o en su defecto un esposo para su hermana. Se habían esforzado, él, su padre, Burford y Lord Saint-Albans en encontrar una familia dispuesta a una unión. Pero cada oportunidad se desvanecía tan rápido como llegaba en cuanto se enteraban de la situación con la corona de manera misteriosa. Ese juego ya estaba comenzado a cansarle, al igual que los intentos de hablar con el representante de la corana. El bastardo no se había dignado a darles la cara, ni siquiera al duque, mucho menos al Conde. Sabía que el hombre solo quería un dedo al que apuntar, pero ahora que sus operaciones se habían reanudado y las charlas con los obreros resultado exitosa. Tenía a los dueños de las demás textileras pisando los talones porque sus empleados pedían el mismo trato.
Y eso señoras y señores, dejaba de estar en sus manos...
Caminó por el salón tomando una copa de uno de los lacayos y se la tomó intentando aplacar los nervios. Necesitaba pensar con claridad su siguiente movimiento, el tiempo no estaba de su lado.
–Esta puede ser la noche – dijo Burford apareciendo a su lado mas animado de lo que esperaría sabiendo que era su cuello el que estaba en la línea también.
–No puedo esperar– expresó tomando otra copa de champán, ya quizá era la cuarta, necesitaba todo la ayuda necesaria.
–Mi madre tiene el carnet de tus hermanas a tope y esta haciendo lo necesario para encontrarles un buen partido.
–Lady Saint-Albans parece comprender la gravedad el asunto imagino que tu también, así que deberías estar buscándome una esposa– respondió con sorna, esos días su buen ánimo era solo un recuerdo la preocupación lo había convertido en un ser cinico y casi amargado.
–Estoy en eso, vamos.
Brandon lo arrastro por medio salón presentándole a al menos diez matronas que con gusto llamaban a sus pupilas para ser presentadas y anotando su nombre en sus carnets de baile, apartando una pieza. La idea era apartar un segundo baile con alguna candidata de su preferencia. Él único y verdadero problema esque el baile no era de sus mejores talentos. Podía calcular el volumen de producción, hacer ajustes a la maquinaria y pruebas para los prototipos que deseaba patentar pronto pero aquello estaba muy por encima de sus habilidades. Incluso la esgrima y boxeo se le daba mejor que aquello.
–Disculpe mi torpeza milady– dijo al sentir que pisaba a Lady Madison Cavinish. Ella era sin duda su mejor opción pero el Duque de Rutland se había escandalizado con solo escuchar semejante propuesta, queria una boda en menos de diez dias con su preciada hija, él también se hubiera escandalizado.
–No ha sido nada Milord– contestó la joven más bien tímida dándole una mirada amable.
Cuando terminó el baile se acercó hasta donde estaba la duquesa de Rutland y la marquesa de Granby departiendo escoltado a la dama como correspondía. Ese era el primer baile y ya estaba agotado de aquello, sabía que tenía que poner al menos su mejor esfuerzo. No quería recurrir a su última alternativa, despreciaba a la dama y aveces pensaba que preferiría perder todo su trabajo que pasar el resto de su vida con ella...
–Me acompaña hasta la mesa de bebidas milord– lo saco de sus pensamientos la marquesa de Granby con sus ojos azules perspicaces clavados en él.
–Sería un honor Milady– respondió extendiendo el brazo con galantería.
–¿Me permite hablar libremente milord?– preguntó la matrona con uan sonrisa.
–Por supuesto su Gracia– respondió pensando que el próximo baile comenzaria pronto y debía buscar a su próxima pareja.
–Hay una dama que no le ha quitado los ojos de encima y quizá sea la solución a todos sus problemas. No sé cual sea el motivo por el que no ha recurrido a la solución más obvia pero estoy dispuesta a creer que debe ser uno bueno, no me parece usted un caballero inteligente.
Miro hasta una de las esquinas en donde Elizabeth Cleark deportia con dos de sus amigas conversando muy amena. Recordó las última vez que habían conversado y la satisfacción que ver cuanto sus palabras le afectado. Ella se lo tenía merecido y no se arrepentía de nada. Pero la marquesa tenía razón aquella era la salida más razonable, aunque al menos haría su último esfuerzo, quizá esa era la noche...
–Debo admitir que se debe a una situación un tanto delicada, una cuestion de honor.
–Hombres han muerto por esta causa, en su mayoria en bano, no cometa errores innecesarios.
Con eso último realizó una reverencia a la dama y fue en busca de su próxima pareja de baile. Si la Marquesa tenía razón, no sería él quien buscará probar su punto, pues estaba decidido a encontrar otra candidata como diera lugar o eso quería creer.
Continuo bailando hasta que le dolieron los pies y el sonido de la orquesta comenzaba a perforar sus oídos. La música era espléndida y las damas con las que había hablando honestamente eran lo mismo para él por lo que escoger una sobre la otra le resultaba irrelevante a ese punto. Caminó hasta donde estaba el cuarto para realizar sus necesidades tratando de recordar el nombre de alguna de las solteras para pedir un segundo baile y quizá conversar con su padre. Entró en el cuarto de destinado a los caballeros y antes que pudiera terminar escuchó la puerta abrirse casi de golpe.
¿La había dejado abierta?
Como pudo se reacomodó su traje y saco la cabeza detrás del biombo, podía ver que era una dama en las sombras de las lamparillas y esperaba que no fuera lo que él estaba pensando.
–¿Qué hace acá?– preguntó con el rostro tenso y los puños apretados, Elizabeth era la última persona que quería ver y creía haber sido claro al respecto.
–Yo crecí sabiendo que posiblemente no amaría al hombre con el que me casaría, pero jamás pensé que este me odiaría con tanto fervor, tanto que esta dispuesto a perder su única oportunidad al otro lado del océano por su arrogancia
–¿Yo soy el arrogante? No se preocupe, usted no sera mi esposa– dijo limpiándose las manos con jabón y agua limpia.
–No sea iluso Blake, eso no esta en sus manos.
Antes que pudiera reaccionar la dama ya se había abalanzado sobre él colgándose en su cuello y buscando sus labios de manera torpe. Su primer impulso fue apartarla pero algo en el roce delicado lo hizo quedarse paralizado ante la acción que lo tomó por sorpresa.
–¿Qué haces?– preguntó con la respiración agitada y aún sin podes apartarla como quería.
Antes que ella pudiera responder a la pregunta la puerta se abrió mostrando un grupo de matronas que los miraban con expresión horrorizada y miradas reprobatorias. Había caído en la trampa de la pérfida mujer.
–¡Muchas felicidades por su compromiso Señor Blake Pears y Lady Elizabeth! El caballero me había informado del anuncio de su compromiso en la velada, pero no esperaba que fuera de esta forma, la juventud y sus pasiones– dijo Lady Abermale, salvando la situación mas que engorrosa.
Con eso el compromiso quedaba más que constatado se casaría con Lady Elizabeth y al menos salvaría a su familia, pero a un precio que le parecía demasiado alto.
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Silenciosa Promersa (club anti-libertinos)
Historical FictionMonett no es la típica beldad inglesa que se pasea por los salones esperando que un perfecto caballero quede prendado de su belleza y pida su mano en matrimonio. Para empezar la castaña es mitad francesa, para continuar está tan resentida con el amo...